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La nueva comedia de Pol-ka, Solamente vos, tuvo unos minutos de algo que hay que estudiar detenidamente para ponerle un nombre. Siempre abrazada a la matriz de su tradición (ingenio profesionalizado, uso del “último” lenguaje de la calle, ritmo emocional maníaco depresivo, puertas que se abren y se cierran para abrir y cerrar el relato, etc.), la historia discurre por los lados de un triángulo amoroso. Por allí van y vienen los personajes al modo de hormigas obreras, sin conciencia de que se deslizan por una cuerda floja.
Aurora, una peluquera customizada a lo Betty Boop (Natalia Oreiro), y Juan, un director de orquesta descendido a pinche de una discográfica (Adrián Suar), viven en departamentos vecinos y, como quien dice, se “balconean”. El vínculo balcón-balcón, más que el vínculo nivel cero-balcón que inmortalizó el amor desnivelado de Romeo y Julieta, cumple extraordinarias funciones de enlace. De algún modo viven juntos, ofrendan su intimidad cuando salen al balcón (cada uno es voyeur del otro).
El otro vértice del triángulo, Félix (Juan Minujín), amante de Aurora, corre de atrás al romance inminente que, para que no nos perdamos, ya está definido en los créditos. Los días pasan, como debe ser, hacia adelante y hacia atrás. ¿Qué sería de la comedia televisada sin el abuso de la reversibilidad? Pero lo que nos importa es un episodio, una pequeña revolución formal en la que se produce una incisión en el cuerpo del género.
Juan, perdido por el encanto de Aurora, protagoniza una escena compuesta de materiales amorosos inspirados en cierta pureza cultural. Uno de ellos es la utilización cinematográfica del recuerdo personal: Juan compone en su cabeza, mediante un montaje que concentra al máximo su recuerdo de Aurora (no se hace “la película” sino “el trailer” de la película), una especie de antología de su amada: miradas, frases, silencios que hablan, etc. La operación mental consiste en resumir y retener esa materia.
Mientras la proyección de Juan tiene lugar en la salita de cine independiente más antigua del mundo (el cerebro), él siente que la falta algo: una canción. En la canción –y más que en ninguna otra, en la balada latina– está el discurso amoroso expresado, como en el trailer, en su máximo nivel de concentración. Ya no se trata de lo que los enamorados se digan sino de lo que escuchen; tampoco de lo que hagan sino de lo que recuerden. El personaje de Suar sale disparado a la Costanera: a cantar. Camina con paso de psicótico y sólo tiene en la cabeza, además de las imágenes de Aurora, la canción “Hasta el final” de David Bisbal.
Pero la verdadera incisión ocurre cuando el propio Bisbal aparece en el paisaje de la comedia para cantar a dúo con Juan. Para Bisbal, el enamorado es un personaje más de su canción, mientras que para el enamorado el cantante es su ventrílocuo fantasma. El cruce del music hall con la herramienta terrorífica de la posesión corporal, más la gracia de Adrián Suar, llevan la comedia a su cima. La base narrativa pasa de golpe a formar parte de un momento fantástico en el que la realidad se disuelve en el sentimiento.
Solamente vos, libros de Mario Segade, Lily Ann Martin, Marta Betoldi y Daniel Cúparo, dirección de Claudio Ferrari y Rodolfo Antúnez, Pol-ka / El Trece, 2013.
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