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Dinero: ideología y materia. Desde la década de 1960, la utilización del dinero como material en las artes visuales ha emergido como una práctica crítica que desafía las convenciones del valor económico. Esta tradición, aunque aún marginal, ha ido ganando terreno como una forma de relato del capitalismo contemporáneo.
Una y otra vez, la muestra que entre julio y octubre Leo Nuñez y Juan Pampín llevaron a cabo en Fundación Andreani, se conecta con obras históricas que han utilizado el dinero para cuestionar su función y significado. Artistas como Robert Rauschenberg, que incorporó tempranamente billetes y monedas en sus collages, plantearon interrogantes sobre la comercialización del arte y el valor asignado a la producción artística. Del mismo modo, las intervenciones de Cildo Meireles, como su serie Insertions into Ideological Circuits tomaron los billetes como soporte para reflexionar sobre la ideología de la acumulación y la deuda. También resuena de fondo la rueda de bicicleta de Duchamp, que cuestionó la naturaleza del “arte burgués”.
A partir del gesto posmoderno, el uso del dinero y la economía como materia y tema del arte fue cada vez más usual. Hoy, An Atlas to Track Blockchain-Colonialism de César Escudero Andaluz proporciona un nuevo espacio válido para resaltar la complejidad de las interacciones económicas en un mundo cada vez más digitalizado.
Ciclos, dispositivos y espacios de ambigüedad. Una y otra vez presenta una serie de cinco instalaciones que exploran la economía a través de una variedad de medios, objetos, tecnologías e inteligencias. Las obras se estructuran en torno a dispositivos que, por su naturaleza cíclica, se asocian a la repetición de los discursos (y las crisis) de la economía nacional en el capitalismo tardío.
El recorrido empieza fuera de la sala, en la escalera, con “Arbolitos”, una intervención sonora que recrea el paisaje auditivo característico de los cambistas informales de la ciudad de Buenos Aires, de gran importancia en la economía informal argentina. La obra juega con la percepción (es difícil ubicar el origen del sonido) y evoca la presencia constante de estos personajes tan abundantes en el espacio urbano.
Al entrar, impacta por su despliegue “Desandando el progreso”, un círculo formado por doce ruedas de bicicleta que giran en sentido contrario al reloj. Cada rueda contiene recipientes con objetos simbólicos relacionados con la economía, que se van transfiriendo de una rueda a otra. Esta disposición alude al discurso político recurrente que responsabiliza a coyunturas previas de los problemas presentes, pero también al fenómeno de la "bicicleta financiera". El movimiento resalta la idea de ciclos económicos, tan presente en los discursos “expertos”.
Del otro lado aparece “…y todavía contando”, otra gran instalación que combina un taxímetro antiguo con una proyección que avanza en tiempo real. El taxímetro genera un sonido monótono y persistente, similar al de una bomba de relojería, mientras un monitor registra, con cada caída de bandera, el incremento de la deuda externa argentina desde 1982 hasta el presente. En paralelo, se sincronizan discursos políticos con gráficos que muestran el valor del dólar y la deuda nacional, atravesados por una línea roja ascendente. Esta pieza hace visible cómo la deuda ha crecido de manera casi constante a lo largo de los años, cuestionando el poder político frente a la soberanía real (que no aparece en ningún momento en forma figurada).
La principal actividad económica de la clase alta argentina es la evasión impositiva. Un gesto que, quizás, la emula, pero con carácter ficcional se observa en “Billetes especulativos de un país imaginario (o viceversa)”, en donde una serie de billetes creados mediante inteligencia artificial juegan con la iconografía de las monedas oficiales, incorporando imágenes distorsionadas o absurdas que enrarecen las clásicas figuras emblemáticas de humanos, animales y objetos icónicos. Los billetes se presentan en una pantalla vertical, evocando la estética de las casas de cambio, pero creando una realidad paralela en la que lo familiar se descompone en lo grotesco, subvirtiendo la sacralización del dinero. Esta pizarra se combina con una pequeña cajita que, gracias a una manija, permite generar e imprimir billetes. De paso, sirve como forma de que quienes visitan la muestra se lleven un poco de dinero imaginario y, tal vez, reflexionen sobre la ficcionalidad del dinero fiduciario y sus avatares.
La pieza central, en mi opinión, es “Modelo AI (Argentina Impredecible)”. En esta instalación, una red neuronal artificial, entrenada con datos económicos de la última década y media, intenta predecir la cotización del dólar de un momento determinado. La obra se materializa en una serie de círculos luminosos electromecánicos que revelan los procesos internos de la red. En muchos casos se hace evidente la incapacidad de la IA para anticipar con precisión los movimientos económicos, criticando la confianza en las tecnologías predictivas y exponiendo sus limitaciones para interpretar la complejidad y la imprevisibilidad de las acciones humanas.
Exploraciones previas. Tanto Leo Nuñez como Juan Pampín habían explorado previamente la relación entre dinero, economía y subjetividad en sus producciones artísticas. En proyectos anteriores, Nuñez ha trabajado con dispositivos cotidianos, como relojes y máquinas de escribir, para cuestionar el tiempo productivo y la lógica del consumo, abordando la repetición cíclica como un mecanismo central del sistema capitalista. Pampín, por su parte, ha experimentado con la tecnología y el sonido en instalaciones que examinan la volatilidad de los mercados y su impacto en la vida diaria. Su trabajo ha integrado elementos visuales y sonoros para generar experiencias inmersivas que invitan a reflexionar sobre las fluctuaciones económicas y la precariedad que estas generan. La colaboración en Una y otra vez amplía estas exploraciones previas al incorporar una narrativa tecnológica más compleja que refleja la circularidad y persistencia de los discursos económicos.
Abstracción y domesticación. En el contexto contemporáneo, mundo de economías digitales que reestructuran las subjetividades, el arte se enfrenta al desafío de reinventar sus funciones en un mundo saturado de información. La economía, un espacio que aún hay quienes se empeñan en percibir como autorregulado, se convierte en un campo de batalla estratégico para explorar las tensiones entre abstracción y materialidad.
Las piezas de Una y otra vez insinúan estas contradicciones al emplear tanto tecnologías analógicas como digitales para indagar en las circulares narrativas de la economía política. Este uso tan determinado del tiempo y la repetición se hace eco de las dinámicas del arte abstracto del siglo XX, pero con un enfoque renovado: mientras que las vanguardias modernistas buscaban emanciparse a través de la abstracción, hoy la mediación con el mundo parece ser la simplificación. En manos de las tecnologías avanzadas y las economías digitales, las finanzas se apropian de la abstracción del arte y la especulación de la filosofía, generando ansiedades que limitan la agencia de la política. Entre el retroceso en los derechos y en la capacidad de autogestión, las abstracciones tecnológicas no sólo organizan la realidad, sino que también la simplifican, infantilizando la percepción colectiva y sometiéndola al cálculo algorítmico aglutinado en pocos centros nodales del Norte global. Las abstracciones actuales, lejos de liberar, operan como herramientas de domesticación.
El eterno retorno de la economía. En Una y otra vez, la ironía se convierte en lente. La exposición plantea un estado de ciclos incesantes, en el que cada crisis se presenta como una iteración y eco de errores “nacionales”, y deja al público la tarea de unir los puntos que ligan el fracaso del Estado con las nervaduras centrales del imperio del capital. La tecnología, tanto en su forma mecánica como digital, se vuelve aquí un medio para señalar lo implacable de un sistema que se retroalimenta, que avanza sólo para regresar a los mismos puntos de conflicto. En esta muestra no está ausente un matiz melancólico que tal vez incluso habilita una mirada crítica y una voluntad de descifrar y resistir estos ciclos para imaginar un futuro inédito.
En última instancia, tal vez observando el conjunto podamos pensar que en la repetición hay también diferencia y, en esa diferencia, la resistencia de las formas a la homogeneización absoluta de la entropía. Por eso, además de subrayar lo cíclico de las economías periféricas, importa preguntar por las potencias que guarda el acto mismo de persistir acompañando la vida en todas sus formas de desplazamiento e intercambio.
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