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En el último libro de Chantal Mouffe flotan ciertas intenciones de ir posando el ojo crítico sobre un objeto particular que resulta, en alguna medida, inédito para su formulación filosófica. Ese objeto es el objeto artístico, y lo de inédito puede muy bien pasar por una pequeña humorada de la reseña, ya que de alguna manera su perspectiva siempre rodeó —sin abordarla absolutamente— una teoría artística de corte marxista, con sus respectivas modificaciones, claro.
Vayamos, entonces, a los hechos. En Agonística tenemos el resultado de un conjunto de artículos diversos ligeramente modificados para conformar los capítulos del libro. El quinto, bajo el título “Política agonista y prácticas artísticas”, piensa movimientos como los Yes Men —quienes se hicieron pasar por miembros de la OMC para denunciar los males de la organización— o prácticas como las propias del así denominado “artivismo” para tratar de entender un posible vínculo entre política y estética. A partir del concepto gramsciano de “hegemonía”, retomado ya en el clásico Hegemonía y estrategia socialista (1985), escrito con su difunto esposo, Ernesto Laclau, Mouffe considera que, en tanto prácticas de la sociedad civil, las obras de arte —y entre estas, en particular las performáticas y relativamente marginales a la “forma museo”— son un notable transmisor de ideologías que puede muy bien colaborar en el cambio de perspectiva necesario para producir consenso y ganar la batalla ideológica. Gran herramienta el arte, sí, pero insuficiente: el verdadero cambio es, después de todo, un asunto estrictamente político.
El objeto artístico es así un momento de suma importancia para entender el planteo de Mouffe: a partir de la idea de “agonismo” en contraposición al “antagonismo” radical que subyace a todo ente, lo que trata de resaltar es que el objetivo de la política democrática es el establecimiento de instituciones que articulen esa diferencia ontológica para transformar una lucha entre un “ellos” y un “nosotros” en un enfrentamiento político entre adversarios legítimos, convirtiendo el fondo común de la guerra civil en una contienda entre cuasi-candidatos. El problema es: ¿cómo concebir el arte en este panorama? En tanto institución, ¿la lógica de la relación entre los sujetos artísticos es democrática? El objeto artístico puede producir, a la larga, cambios favorables a la lucha contrahegemónica, pero ¿cómo determinar las reglas de producción y circulación artística bajo la idea de radicalizar las prácticas democráticas en las instituciones? Preguntas que quedan ante un trabajo que aborda, como segundo gran problema, las relaciones internacionales en el marco de una política agonista. Y que el arte nos salve del resto.
Chantal Mouffe, Agonística. Pensar el mundo políticamente, traducción de Soledad Laclau, Fondo de Cultura Económica, 2014, 146 págs.
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