Aura latente

Múltiples e inabarcables, las relaciones del arte con la sociedad y la política nunca dejan de problematizarse, de enfocarse de distintas maneras. Aura latente contiene una serie de ensayos centrados en la obra de arte que, en un breve “prólogo post scriptum”, Ticio Escobar cuenta que terminó antes de la pandemia, durante el “tiempo en suspenso” de las cuarentenas y confinamientos. Es por eso que reafirma la centralidad de la cuestión “tiempo” —con ejemplos de concepciones no lineales, del lenguaje de los guaraníes y los ishir a Walter Benjamin— y repasa cómo el arte hace preguntas que abren dimensiones y sentidos y, por ende, la posibilidad de encontrar potenciales salidas.

Uno de sus temas es el enfrentamiento entre el arte y las instituciones: su necesidad de generar una contrahegemonía a lo establecido en función de la rentabilidad del capital. Escobar alienta una “no-hegemonía”, “desde posiciones y procesos alternativos realizados a través de lances propios”. Siguiendo a Slavoj Žižek, apunta que el modelo crítico de vanguardia perdió eficacia por el poder absorbente del mundo comercial mediático-publicitario. El mismo mercado de cultura masificada que también aprovecha el menos masivo “arte popular tradicional”, como “exótico” nicho de ventas, nutriéndose también de sus fuerzas y originalidades. Aun en esas tensiones hay una oportunidad para el arte, que puede terciar en el conflicto de lo “posible-imposible”.

Otro núcleo recorre el tiempo en el arte de América Latina: una “imagen de la inminencia” provocada por la imaginación artística. Escobar cita a Benjamin con un planteo de Breton: “La obra de arte sólo tiene valor cuando tiembla de reflejos del futuro”, preanuncio de mundos posibles. Otro tema: la dicotomía arte-política y sus “límites inestables”. Escobar distingue entre obra de arte y “artisticidad”, o estética, pasible de surgir “dentro o fuera de las instituciones del arte: en el museo o en la calle, en el curso de prácticas de activismo social y movilización ciudadana; en bienales, ferias y galerías tanto como en territorios vinculados con el ritual, el medioambiente y los programas urbanísticos”. Una “estética propia de las protestas y movilizaciones”, que “apelan a los atributos de la sensibilidad y los poderes de la forma”. Y pone como un ejemplo al argentino Juan Carlos Romero, quien producía sus obras para la manifestación callejera, al mismo tiempo que se exponía (y se expone) en museos y galerías.

La memoria y sus peligros o malos usos es otra de las discusiones. La “manipulación ideológica de la historia y la turistización de los recuerdos”, y algún potencial sistema informático que consiga recordar y archivar “todo” (“una perversa memoria total”, “una supermemoria que obtura el momento del olvido, necesario para recortar lo recordado y editar los insumos de la historia”). En el “boom de la memoria”, Escobar destaca su importancia como “impulso básico de cualquier quehacer político”, al igual que para la imaginación poética. La imagen digital en la cultura audiovisual, la posibilidad de descarrío en guion, dirección o audiencia, lo contemporáneo y la imagen del tiempo en las culturas indígenas, que pone en crisis los sistemas de representación tradicionales, son otros temas, en un libro que opera desde dentro del posmodernismo y el multiculturalismo (como Néstor García Canclini y Adolfo Colombres), en sentido crítico, en búsqueda de autonomías.

Ticio Escobar, Aura latente. Estética/Ética/Política/Técnica, prólogo de Nelly Richard, Tinta Limón, 2021, 232 págs.