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Conversaciones en la intemperie reúne una serie de ensayos publicados en la revista española Cuadernos Hispanoamericanos y un inédito, con los que Walter Cassara obtuvo el Premio Amado Alonso correspondiente al año 2015. Son textos escritos desde una posición que sin duda hay que pensar en términos transatlánticos: cercanos a la lengua pero al mismo tiempo distantes de los tonos discursivos de nuestro continente, vuelven a explorar una expresión americana.
Situado en esa distancia geográfica y esa cercanía de la lengua, Cassara recorre la obra de algunos escritores americanos más o menos distantes con respecto al canon, con los que establece relaciones de afinidad poética y, en algunos casos, tal vez, de identificación. Es lo que sucede, por ejemplo, con José Bianco, de quien Cassara reconstruye un proyecto de escritura deliberadamente anacrónico (en los años cincuenta y sesenta Bianco se piensa todavía en relación con la prosa de James y de la Recherche). La búsqueda de lo singular y el riesgo de lo anacrónico que confluyen en Bianco son los aspectos que Cassara enfatiza también en otros momentos de la literatura de la Argentina (Néstor Sánchez, Enrique Molina) y del resto de la América hispana (el ecuatoriano Pablo Palacio, el peruano José Watanabe, la uruguaya Marosa di Giorgio). Cassara lee atravesando literaturas nacionales, géneros y formas de escritura. Lee el lugar en el que se desestabiliza la narrativa, el lugar en el que la poesía fluye desde lo lírico hacia otras zonas, el lugar en el que el ensayo sale de sí mismo. No construye series ni arma recorridos, sino que explora espacios textuales.
Conversaciones en la intemperie se inscribe en una tradición secular y todavía productiva: la del poeta que deliberadamente busca el retiro como una condición para la reflexión y para la escritura de poesía, una tradición de carácter estoico que se plasma en las cartas de Petrarca y que Cassara encuentra en el siglo XX en poetas como el suizo Philippe Jaccottet o el argentino Ricardo Herrera, a quien no casualmente dedica uno de sus ejercicios microscópicos de lectura crítica contundente y lúcida. La contracara de la lucidez que exhibe en los análisis detallados de “muestras” de poesía, en ese trabajo detenido y atento a la escucha del otro, está en las miradas generales que se despliegan en la última sección, “una miscelánea —en sus propias palabras— de apuntes, recuerdos, reflexiones y esbozos narrativos”. El juego entre escritura del yo y distancia analítica que se maneja con pericia en los ensayos anteriores cede en esta última sección ante un yo errático, quejoso con respecto a la situación “actual” de la poesía —especialmente argentina— y, en algún momento, convencionalmente provocador (por ejemplo, con respecto a Nietzsche, Cassara afirma no estar “muy seguro de que haya aportado nada relevante”). Es en esas miradas panorámicas, cuando se pierde de vista lo singular y el yo impone más su marca que su errancia, donde en mi opinión reside el aspecto más débil de Conversaciones en la intemperie.
Dentro de las exploraciones, la figura de Arnaldo Calveyra es especialmente significativa. En uno de los textos más límpidos, Cassara dilucida algunos aspectos de la obra del autor de La cama de Aurelia, que se mueve entre la poesía, la narrativa, el ensayo y el teatro; también le dedica la última sección del libro, donde cambia de manera evidente el registro y el tono de la escritura ensayística, y en cuyo título resuena otra vez la “intemperie”. Calveyra es así el nombre y la voz que dan el título al conjunto y el que le dona al mismo tiempo un tono.
Walter Cassara, Conversaciones en la intemperie, Pre-Textos, 2016, 224 págs.
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