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Como David Viñas, Ricardo Piglia o Luis Gusmán, Carlos Gamerro es un autor que ha ido construyendo su obra de ficción sin dejar de pensar y escribir su lectura de la literatura argentina. En verdad, una lectura atenta al discurso de la historia de esa literatura en el Río de la Plata. En 2015, Gamerro publicó Facundo o Martín Fierro, y en 2010, Ficciones barrocas. Una lectura de Borges, Bioy Casares, Silvina Ocampo, Cortázar, Onetti y Felisberto Hernández. Cómo gravita esa lectura en el lugar de su propia obra de ficción y, al revés, cómo ese autor y esa obra de ficción se buscan y se sitúan en una tradición y en un mapa más amplios son algunos de los pilares invisibles que sostienen El nacimiento de la literatura argentina, primer libro de ensayo de Gamerro, publicado en 2006 y reeditado a fines de 2015 por Excursiones.
En El nacimiento de la literatura argentina hay una invariable, casi una fatalidad: Borges. Borges aparece en casi todos los artículos, en forma anecdótica, liminar o central; posee un artículo en sí, “Borges y la tradición mística”, pero además domina el arco de influencia de Gamerro. Porque también Gamerro es un apasionado lector y difusor de las literaturas inglesa y estadounidense. Porque también Gamerro retoma la idea borgeana que emparenta la literatura argentina con la literatura irlandesa. La relación de una lengua periférica y subordinada operando ―resistiendo, reformulando― en el interior de la lengua imperial. El libro mismo se estructura de ese modo. Está el conjunto de ensayos sobre literatura argentina (“Nuestra orilla”), el de los clásicos ingleses y norteamericanos de Wells a Capote, de Salinger a Virginia Woolf o Sylvia Plath (“La otra orilla”), y están los dos artículos sobre Joyce (“El puente: Buenos Aires-Dublín”).
Particular atención merece el texto “Notas para una redefinición del género policial argentino”. Resulta tentador proponer su decálogo del relato policial argentino como lectura obligatoria en los talleres de escritura, programas de escritura creativa, seminarios en la universidad. En un país donde la policía y la justicia son criminales, para no caer en la imitación absurda, Gamerro consigna las torsiones imprescindibles sobre los elementos clave del género que deben realizarse a la hora de la ficción.
El nacimiento de una literatura supone la introducción de la identidad. Pero la identidad no puede ser sino una atribución exterior. Entre nosotros sería infinito el trabajo de reconocernos y, más aún, de definirnos. En cambio, para los extranjeros es milagrosamente fácil. Literatura argentina: Borges, Arlt, Cortázar, Bioy, etcétera. No es casual entonces que para buscar nuestras señas particulares, por gusto, por filiación estética, por necesidad, Gamerro haya tenido que irse tan lejos. Porque nuestra literatura ―pero toda literatura― es siempre extraterritorial.
Carlos Gamerro, El nacimiento de la literatura argentina, Excursiones, 2016, 200 págs.
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