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El proyecto que Cyril Lemieux esboza en Gramáticas de la acción social resulta tan ambicioso como necesario. La propuesta de este cientista social francés, referente del campo de la sociología pragmática, es refundar las ciencias sociales para recuperar su dimensión crítica. Para avanzar en su propuesta divide la obra en tres partes. En la primera, reflexiona sobre las posibles maneras de renovación de un universalismo que no sea tributario del reduccionismo naturalista. Allí es donde la gramática entra en acción, ya que permite reconocer la condición trascendental de nuestras acciones y juicios. Se trata del conjunto de reglas que deben respetarse para que en una comunidad se reconozca que cada cual sabe actuar y juzgar de forma adecuada, sin cometer “errores gramaticales”. El modelo de análisis de la acción propuesto distingue tres gramáticas —la pública, la natural y la del realismo— y se presenta como una defensa del pluralismo. Dichas gramáticas tienen una serie de metarreglas, o reglas universales, que se observan en toda sociedad humana. El pluralismo no es por tanto privilegio de determinado tipo de sociedad, sino que caracteriza la condición humana universal.
En la segunda parte, Lemieux propone un enfoque no mentalista de la acción que toma muy en serio las razones e intenciones de los individuos cuando actúan. La gramática de la acción que aquí se esboza define como “razón para actuar” a toda discontinuidad física o comportamental que los individuos emplean para respaldarla. De allí se desprende uno de sus principios metodológicos básicos: el principio de racionalidad, por el cual siempre se considera que las acciones tienden a tener razones aunque, en una situación dada, no sean aceptables. En este sentido, una de las propuestas centrales para la refundación de las ciencias sociales es restituir el carácter potencialmente racional de las acciones humanas, incluso el de las más insensatas a primera vista. Si se admite el principio de racionalidad, la propuesta teórica sugiere además que no hay acción sin contexto e intención. Para analizar la racionalidad de los individuos, debemos someterla a un análisis gramatical.
La tercera y última parte busca sentar una posición en el debate acerca de la relación que las ciencias sociales deben tener con la acción política. Para eso, esta propuesta busca refutar la idea de que se puede analizar la crítica sin ponerla en relación con la gramática pública. Se apoya entonces en un concepto de Leibniz, el de incomposibilidad, que sugiere que en cada situación social existe una jerarquía entre las gramáticas: hay una dominante y, por debajo, otras que le están subordinadas. Es a partir de estas últimas que los individuos tienen posibilidad de subvertir la dominante gramatical y, por eso mismo, cometer faltas. Para Lemieux, estos “errores gramaticales” desempeñan un papel fundamental en la desnaturalización del orden social y su transformación colectiva.
Si la propuesta teórica de Lemieux es novedosa y disruptiva, el formato también lo es: se incluyen ejemplos empíricos tomados de las ciencias sociales y la literatura que operan como “línea de bajo” y comentarios en forma de escolios. El resultado es una guía fascinante que nos invita a profundizar en uno de los pilares de las ciencias sociales, el estudio de la acción humana.
Cyril Lemieux, Gramáticas de la acción social. Refundar las ciencias sociales para profundizar su dimensión crítica, traducción de Ezequiel Martínez Kolodens, Siglo XXI, 2017, 272 págs.
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