Homo tenuis

Hay que ser intrépido para adentrarse en los paisajes pesadillescos que habita el Homo tenuis. Su rostro sin rostro, oculto tras un velo, junto con su amenazante sombra afilada, nos conduce por esta aventura psiconáutica a través de los puntos ciegos y las angustias de la cultura contemporánea. Un pasaje-diagnóstico que, tomando de videojuegos, leyendas urbanas y otros mitos posmediáticos, se detiene en los umbrales y las mutaciones próximas. Con el terror y la muerte como razón política y ya no como irrupción de lo real, han dejado de funcionar las fronteras entre el hecho y la alucinación. Ahora gobiernan lo virtual, lo múltiple y la creencia ciega en el poder de lo falso. Entre la verdad y lo verosímil, Francisco Jota-Pérez recolecta en esta colección de ensayos, textos breves y ficciones de no-ficción las semillas de un imaginario apocalíptico todavía en vías de cristalizarse. Su Hombre Esbelto se comporta como un piloto evanescente, en un ejercicio oracular que no aspira a perfilar marco epocal alguno, sino a iluminar un conjunto de narrativas paranoicas e inestables, en un flujo discontinuo de citas propias y ajenas, que hacen y se deshacen de forma performativa. Nos adentramos, por lo tanto, en la matriz de una axiomática móvil, donde los fragmentos del nuevo y del viejo mundo colisionan, enfatizando la ambigüedad de lo techno-vivo, la nueva carne y la nueva tierra que se bifurcan en una maraña de prótesis, túneles y madrigueras.

Publicado en 2016 por GasMask, este objeto extraño vuelve ahora a la vida de la mano de la editorial El Transbordador, una vez que GasMask queda integrada en su catálogo. Reedición o no, resulta más interesante, y más cercano al gusto del autor, afirmar que estamos ante una posible monstrificación. Las incertidumbres de un nuevo cuerpo que Jota-Pérez, traductor de algunas de las últimas referencias del sello Materia Oscura, casa de realistas especulativos y pesimistas cósmicos como Alberto Toscano o Eugene Thacker, está acostumbrado a sufrir en tanto que traficante o médium de palabras e ideas que fugan de un idioma a otro. Compost que tritura y transforma textos anteriores, en un ejercicio de convertir lo que parece desechos en energía. Pero ¿qué se pierde y qué se gana en esta traslación inevitablemente entrópica? El horizonte que este volumen delimita comparte mucho con los autores del Cybernetic Culture Research Unit —un grupo de escritores ingleses que piensan la geopolítica como el lugar de disputa entre lo vivo y lo inerte—, con los que nuestro autor comparte una serie de preguntas capaces de amalgamar el giro simbiótico de la última biología con el trabajo especulativo sobre la materia, los materiales y los objetos de todo relato. De esta forma, sobre el libro planea la sombra de un extraño complot transhumanista. No hay discusión pues con los Nick Land y compañía, quienes sin llegar a ocupar el centro hegemónico de la nueva filosofía, hace tiempo han dejado de comportarse y leerse como el margen.

No quiero que este último comentario se entienda de forma esnob. Es evidente que toda escritura tiene que vérselas con su particular legión de fantasmas. Se trata, más bien, de pensar dónde y cómo se sitúa Homo tenuis en el debate contemporáneo. Es decir, si es que abre alguna brecha o si sólo aspira a funcionar como el comentario de un comentario. Porque por momentos parece que el libro no se agota en el mero acopio de herramientas conceptuales importadas, como puede ser la celebrada “hiperstición”. De tanto en cuando aparecen aberrancias. Como cuando la ficción se confunde con el discurso ensayístico. O cuando Jota-Perez se lanza a imaginar neologismos y nuevos conceptos. Es, por ejemplo, el caso de “endorcismo”, noción con la que le perdemos la pista a esa Ilustración oscura tan en boga para imaginar desplazamientos de la mano de otras fuerzas libidinales, otros afectos y otros estados de conciencia. Que es, también, cuando irrumpen Donna Haraway y su imaginación desbordante para cuidarnos de lo que hoy parece una extinción inevitable.

Francisco Jota-Pérez, Homo tenuis, prólogo de Miguel Ángel Villalobos Gómez, Ediciones El Transbordador, 2019, 200 págs.