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La ontología orientada al objeto (OOO) es una corriente filosófica que busca una perspectiva en la que el animal humano y sus potencias no se constituyan como centro de toda reflexión metafísica o posmetafísica. Acuñada por Graham Harman y Levy Bryant, y apoyada en la crítica de Quentin Meillassoux al correlacionismo filosófico que caracterizaría el pensamiento occidental desde Kant hasta Heidegger, la OOO no se pretende como una especulación abstracta, sino que sus cultores intentan producir o alimentar un cambio efectivo en nuestra relación con el mundo. Así, atento al famoso dictum de Marx que exige a la filosofía un compromiso que exceda la sola interpretación, en Humanidad. Solidaridad con los no-humanos, Timothy Morton declara sin titubeos su filiación comunista, pero lo hace sólo a partir de una fuerte discusión con los aspectos antropocentristas que, sostiene, están en la tradición marxista sin ser intrínsecos a lo más importante de sus postulados o sus objetivos. A juzgar por el recorrido teórico del libro, ni Marx, ni Heidegger, ni otros tantos grandes pensadores pueden ser olvidados por la perspectiva ecológico-política, que es imprescindible tanto para salir del injusto sistema en que vivimos como para evitar la catástrofe que nos acecha, pero eso sólo será posible si se zanja el “gran desgarro” que funda nuestro modo de ser en el mundo (nuestra relación con la naturaleza) y que ha hecho nido también en nuestros más insignes textos.
Contra el Antropoceno, contra la agrologística en función de la cual se han organizado nuestras sociedades desde antaño, contra el despliegue ilimitado del capitalismo en su fase neoliberal, contra el consumo como experiencia axial de la comunidad, Humanidad es un texto escrito en dos tonos que se entrelazan. Por un lado, es un alegato (a veces excesivo) dirigido a quienes aún no se muestran conmovidos por la explotación del mundo (de todos los recursos, de todos los seres vivos, incluidos los humanos) en que se basan nuestros sistemas de organización social; por otro, es una reflexión dirigida a quienes acuerdan con el diagnóstico pero aún no han encontrado las herramientas que empuñar en la batalla. En línea con el realismo especulativo, poniendo a trabajar políticamente nociones del propio Morton (por ejemplo, la de hiperobjeto) y de otros autores (por ejemplo, la de espectralidad, de Derrida), ofrece también momentos de alta discusión filosófica, como la que se constituye en torno de lo que parece ser su centro de gravedad, la idea de subcedencia. Según ella, y contra lo que hemos aprendido, las partes son más que el todo, lo cual implica que no tenemos derecho a permitirnos la desaparición de ninguna parte (de ninguna especie). “¡La humanidad es ontológicamente más pequeña que los humanos que la componen!”, exclama en un momento álgido, para lanzarse pronto a explicar por qué eso no implica la defensa de una perspectiva individualista. Si acaso, su propuesta puede exponerse simplificadamente en estos términos: debemos encontrar, recuperar, nuestro lugar en el mundo en función de lo real simbiótico, es decir, a partir de la comprensión de que nuestra existencia está atravesada por otras existencias, no porque dependamos de ellas, sino porque somos simbióticamente parte.
Timothy Morton, Humanidad. Solidaridad con los no-humanos, traducción de Paola Cortés Rocca, Adriana Hidalgo, 2019, 296 págs.
Imagen: Untitled (Human Mask), de Pierre Huyghe, 2014, película, color, sonido, 19 minutos. Cortesía del artista; Marian Goodman Gallery, Nueva York; Hauser & Wirth, Londres; Esther Schipper, Berlín; y Anna Lena Films, París.
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