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La confusión sobre los tiempos revueltos del presente, los borrosos sentidos de la experiencia política, la desorientada vida de las subjetividades interpelan el pensamiento filosófico. Pero preocupan especialmente a quienes reflexionan sobre la literatura y el arte porque muchxs sospechan que allí, en la experiencia estética, hay un modo de cuestionamiento o articulación de las preguntas sobre lo contemporáneo que, sin ser asertivo, echa algo de luz sobre la confusión. Los libros recientes de Fermín Rodríguez, Graciela Speranza, Luz Horne, entre otros, interrogan, desde diferentes posiciones, qué tipo de incertezas se juegan en las obras de arte, en las ficciones, en la poesía, en el cine.
Florencia Garramuño se integra al grupo. De manera muy original, se enfoca en las resoluciones estéticas que artistas y escritores crean en sus obras para enfrentar la confusión. El centro de su argumento son los nuevos cuestionamientos a las subjetividades, la puesta en escena de la perplejidad para enunciar. No se trata de la muerte de lxs autores, se trata de una transformación de la obra sostenida en una red de relaciones entre las nuevas experiencias de las vidas anónimas que, para Garramuño, vienen a “reemplazar la vida individual o subjetiva, exponiendo una preocupación por lo viviente que ya no se reduce a la preocupación por la vida de un sujeto, de un pueblo, o de una comunidad”.
Garramuño arma un archivo que incluye las obras de Gian Paolo Minelli, Diamela Eltit, Edgardo Dobry, Verónica Stigger, Jonathas de Andrade, Sergio Chejfec, Marília Garcia, Carlos Cociña, Claudia Andújar, Patricio Guzmán, Kleber Mendonça Filho. Su argumento va entretejiendo posibles modos de enfrentar las formas de cuestionar las subjetividades modernas a través del anonimato y la documentalidad. Estas obras —nos muestra—, al elegir la im-propiedad, se despojan de la soberanía del arte y permiten que la práctica estética se integre a un flujo en diálogo con nuevas experiencias de vida. Estudiar estas prácticas culturales —dice Garramuño— nos ayudará a discutir “formas de organizar la experiencia en común que ya no se sostengan en el predominio de lo humano y de lo individual”.
Garramuño hace que las referencias teóricas a, entre otrxs, Georges Didi-Huberman, Roberto Esposito, Jean-Luc Nancy, Erik Bordeleau, tramen un diálogo reflexivo con las obras. Y escribe un ensayo sobre cómo el arte y la literatura pueden hacerse fuertes desde una debilidad. La vida impropia supone una desposesión, un acto generoso de convivir con otras vidas y experiencias. Este ensayo iluminador de problemas nos coloca en ese lugar en donde ya no deseamos apropiarnos del sentido.
Florencia Garramuño, La vida impropia. Anonimato y singularidad, Eduvim, 2022, 158 págs.
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