Otra Parte es un buscador de sorpresas de la cultura
más fiable que Google, Instagram, Youtube, Twitter o Spotify.
Lleva veinte años haciendo crítica, no quiere venderte nada y es gratis.
Apoyanos.
A la hora de entender la escritura de cualquier estudiante se suele volver una y otra vez sobre la misma caracterización. En principio, el espíritu rebelde, desmedido, que atenta contra el orden institucionalizado. Contra cualquier orden, bah. En segundo lugar, se suele denunciar la falta de preparación de los que toman la pluma: ¿qué le pueden decir estos jóvenes que ni siquiera tienen título al catedrático o intelectual reconocido? Estos dos movimientos permean cualquier tipo de observación en torno a la escritura juvenil, la cual siempre parece viciosa, cargada de irreverencia y más efecto retórico que sustancia. Con la reciente antología de la revista Centro, publicada por la editorial de la Facultad de Filosofía y Letras de la UBA (EUFyL), tenemos la oportunidad de volver a revisar un conjunto de artículos producidos por grandes nombres dentro del panorama intelectual argentino para poner a prueba esa vieja sentencia que vincula a los jóvenes con la imprudencia.
Centro (1951-1959) es hermana de Contorno (1953-1959), hasta el punto de que los intercambios entre una revista y otra funcionan por momentos como espejo y, por otros, como respuesta, como diálogo abierto. Por ejemplo, el artículo de Juan José Sebreli “El escritor argentino y su público” es hermano de “Los ‘martinfierristas’: su tiempo y el nuestro”; o el comentario en serie, histórico, diacrónico de David Viñas “Tres novelistas argentinos por orden cronológico” es continuado en Contorno con “Otros tres novelistas argentinos por orden cronológico”, ambos aparecidos con escasos meses de diferencia. La lectura de una revista suponía la visita de la otra, marcando como única diferencia la relativa apertura de Centro frente al carácter más restringido de Contorno.
El calificativo de “parricidas” de Emir Rodríguez Monegal, que les cabe a los contornistas aunque abarca, claro está, también a Centro, tiene que ser entendido, necesariamente, en un sentido por demás paradójico. La presente antología, fruto de una selección de Miguel Vitagliano, deja ver que estas primeras intervenciones “juveniles” parecen de por sí establecidas por una prosa pesada, que ya se siente jueza de la historia desde ese complejo lugar que la influencia del existencialismo ha dejado como herencia en la intelectualidad local. Cada uno de los textos juzga —y condena— la producción de los pensadores que los anteceden como meros ejercicios retóricos sin sustancia, como esfuerzos por colocar (hacer figurar) ciertas firmas en el panorama del pensamiento local —así lo hace Oscar Massota cuando analiza a Juan Carlos Ghiano y a la “operación Lugones”, por ejemplo—, cosas que supuestamente caracterizan a la escritura de los estudiantes. El vicio juvenil parece patrimonio del campo contrario, como si los otros fueran los irresponsables que tomaron las letras para dejar testimonio de su falta de seriedad y los jóvenes del cincuenta fueran propietarios de la prudencia. Más que parricidas, los colaboradores de Centro (y Contorno) se colocan como sujetos en litigio que han aparecido en el campo intelectual para reclamar una paternidad y restituir así la correcta, la verdadera narración de la historia.
Revista Centro. Una antología, selección de Miguel Vitagliano, EUFyL, 2016, 224 págs.
La sociología de la literatura se ha transformado en historia del libro. El camino marcado por la importación de los estudios culturales y la sociología de tono...
Territorios imaginarios se suma al catálogo de Excursiones para continuar con una serie de publicaciones colectivas que reúnen miradas sobre el quehacer artístico. La editorial ha publicado...
Adorno decía que la teoría estética de Kant tenía como mérito haber separado para siempre el arte de la pornografía y de la cocina, es decir, de...
Send this to friend