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Una fecha y un lugar —Berisso, 1928— y un dato —el cierre de los frigoríficos Swift y Armour— son los puntos de partida de este libro de poesía que se arma a partir de una pluralidad de voces y de puntos de vista. Los sujetos de los poemas varían o se alternan, desde el inmigrante ucraniano David Bronstein hasta la obrera de la planta de procesamiento de vísceras del ganado, pasando por la vaca. Al mismo tiempo que los vocabularios y los sujetos poéticos varían los subgéneros, que pueden correr paralelos a una ligera épica o una oda, un relato de viaje o una descripción del funcionamiento de la planta. El punto de vista se ubica siempre a cierta distancia del objeto tratado y juega con una mirada entre crítica y divertida, a pesar de lo trágico del asunto, sea por el tono irónico, las exageraciones o reducciones al absurdo, el uso socarrón de la rima.
Es justamente este tono el que le permite a Daniel Samoilovich abarcar un tiempo de la historia argentina, presentarlo en su complejidad, sopesarlo incluso, para dar un texto ágil que se mueve con comodidad del dato o la descripción realista a la subjetividad de los personajes, sin dejar de lado la densidad de la historia y de las ideologías que se cruzan: “Desde todos los rincones de Berisso (marchan los condenados a la fábrica / […] y empieza, primero lenta, luego arrasadora / a girar la noria del día”.
Porque se trata de la caída de un sueño, el del progreso, el del ascenso social, el de la izquierda, de un momento único de la historia argentina: la gran ola inmigratoria por la que ingresaron al país, provenientes de Italia, España y Europa del Este, entre otros, hombres y mujeres llegados con la promesa de trabajo y progreso; muchos de ellos se asentaron en esa zona aledaña al puerto de Ensenada y formaron una comunidad proletaria y diversa, con una proyección de crecimiento que se estancó. El frigorífico presentó la quiebra en 1971 por manejos fraudulentos de la empresa y fue paulatinamente reducido hasta su privatización, devaluada, durante la dictadura cívico-militar. Finalmente cerró en 1983. En el proceso hubo miles de despidos y familias que perdieron sus ingresos, además de persecuciones políticas a anarquistas, socialistas y comunistas al inicio, y a peronistas y gremialistas después. Esta situación es vista por el personaje a través de una ensoñación que tiene en 1928, año de, entre otras cosas, el encarcelamiento y la deportación de Trotski.
Samoilovich recoge a través de las voces de los personajes esos derroteros, se detiene en las ideas comunistas, en el modo de vida, pero sobre todo en la crueldad del sistema de funcionamiento capitalista del frigorífico, y en la incipiente globalización de hace un siglo, con modos de gestión y un vocabulario que fueron trasplantados directamente desde la matriz del frigorífico en Chicago, y con mecanismos como el del LEFT OUT, que deja en la explanada, cada mañana, a los obreros que no han sido seleccionados para trabajar ese día, como otros tantos residuos industriales.
Sin embargo, en una noche de julio de 1928, el protagonista trotskista ve en un sueño o en una pesadilla un futuro de frigoríficos cerrados que no acarrearán la miseria sino la libertad; como una utopía o sueño de vida futura no alienada: “surge de la tierra lavada / un resplandor, la promesa o añoranza / de un lenguaje, un nombre, un tiempo / que quizás no hayan existido nunca / y que ni siquiera estamos seguros / que vayan a existir”. Es en esta distancia donde se juega una ironía trágica, reforzada por la repetición con variaciones de esa entre certeza y duda que dice que “no puede ser esto todo”. No hace falta añadir que el libro resuena de manera especial en este momento.
Daniel Samoilovich, Berisso 1928. La vida futura, Bajo la Luna, 2023, 60 págs.
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