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La Editorial de la Universidad Nacional de Tucumán (Edunt) reúne en este libro la obra completa de Inés Aráoz, nacida en San Miguel de Tucumán en 1945. Se trata de un volumen de más de setecientas páginas que reúne cada uno de los dieciséis libros de la autora. Editado con cuidado artesanal, es una compilación del material de una vida de escritura, donde conviven textos de distinta naturaleza: hay poemas, aforismos, citas, fragmentos de diario íntimo, también notas y microrrelatos; traducciones, dibujos, baladas, crónicas de viaje o incluso imágenes de una antigua Biblia eslava. Un libro que se muestra materialmente como una casa y un barco: un espacio tan amplio y diverso a la vez de íntimo para resguardar el misterio de la vida, un refugio para surcar el agua, el movimiento siempre escurridizo de las palabras: “entre sus páginas / un torbellino / de aguas quietas” (Notas, bocetos y fotogramas, 2011).
Es interesante que el título “casa-barco” también es el nombre de la casa que la misma Inés construyó en 1975 y que aloja, tanto como el libro, objetos e historias, colecciones, rarezas, plantas, piedras y animales (“En esta misma casa / Estática / Que construí con la pasión / De quien va a montar su primera obra”, Echazón, 2008). “La poeta es coleccionista, constructora y rescatista”, dicen en el prólogo al libro Sofía de la Vega y Ezequiel Nacusse, como si escribir fuera, a su vez, construir para habitar, para dar lugar a mundos diversos, pluriversos, donde los poemas funcionan como “una de las tantas varas para medir / el mundo” (RÍA, 1988). Tanto el prólogo como el epílogo, a cargo de Osvaldo Aguirre, acompañan el libro de manera precisa y exhaustiva, cartas de navegación para este objeto tan único, una guía amistosa para navegar “una travesía desde el centro de San Miguel de Tucumán hacia un universo de palabras, pequeñas embarcaciones, que abren nuestra mirada a otros posibles mundos”.
Los dieciséis libros que integran este volumen fueron escritos entre 1971 y 2016, y nos brindan la posibilidad de ver la trayectoria personal y tan particular de esta poeta. Cada libro abre el juego a una nueva experimentación con el lenguaje y sus posibilidades: variaciones de géneros, tonos, estilos y modos de decir; como si escribir fuera saber hacer preguntas, buscar los enigmas del mundo que guíen el camino hacia la búsqueda de una voz que siempre se reedita. En efecto, por los distintos libros transcurren personajes, diálogos, citas, ideas que vuelven una y otra vez y que encuentran en la naturaleza, la música y la pintura una comunión especial (“Yo soy la tierra. / Yo soy la siembra. / Yo sola soy el dique del universo”, La ecuación y la gracia, 1971).
Aráoz construye, en este arca móvil que es el libro, universos de sentido que articulan enigmas, afectos, silencios. Visual, sonoro, plástico, “blanco sobre blanco”, cada poema es un relato que destella un agudo sentido de la observación del mundo y quienes lo habitan: “Por las plumas de las aves de corral sabremos hacia dónde sopla el viento” (La ecuación y la gracia, 1971). Donde el lenguaje es ese material elusivo, opaco y escurridizo que juega secretamente: “O bien era el poeta, nombrando cada cosa en su afán de encontrar las claves del juego secreto” (Ciudades, 1981).
Un libro-refugio que sabe que el mejor lugar para el poema se ubica entre una cosa y la otra, no como un artefacto de sentido, sino como viaje, desplazamiento, punto de encuentro: “los huecos del sentido, los espacios que median entre una y otra letra en la palabra, entre dos palabras, entre textos” (Los intersticiales, 1986).
Inés Araóz, En la Casa-Barco. Obra reunida, Edunt, 2019, 744 págs.
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