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Hospital Posadas está compuesta de capítulos breves que condensan dos líneas fuertes. Por un lado, los hechos narrados en presente: los encuentros del narrador con el muchacho que atiende el kiosco, la chica punky, Oscar, el que trabaja en la obra, el jefe, el médico. En esos capítulos, Consiglio despliega su arte de la observación del mundo. En la misma zona, hay un narrador que se abre con cierta vacilación a un pasado duro y crucial, los años de la dictadura. Ahí el personaje clave es Cardozo, un gordo que mira el mundo sin pudor. A la par, la novela cuenta con breves intervenciones de un narrador en tercera persona que relata episodios que se desarrollan en el Hospital Posadas.
A partir de esa estructura de módulos narrativos en paralelo, la novela concibe el mundo atravesado por una música inseparable en la escritura, un sistema de comprensión del pasado que se enhebra según el ritmo de una prosa inolvidable. Si bien es cierto que las historias desfilan claras y nítidas, al terminar la novela el lector siente que una forma rítmica y filosófica lo acompañará para siempre. Eso es lo inimitable de Consiglio: una forma estética que es a la vez un modo de pensar las cosas, un modo de rumiar el sentido y una manera de narrar las historias.
Consiglio trabaja la lógica de la frase punzante, corta o larga. Es una frase siempre sentenciosa, una frase lírica que propone metáforas a través del uso dislocado y estrafalario de los verbos —y no tanto de los adjetivos—: “Todos andaban defendiéndose los ojos con las manos”; “Mientras, la gravedad amasa el contenido de sus tripas”.
El narrador central es un voyeur coloquial, un voyeur que disfruta ver a veces sin desplazarse. Se para en la ventana y observa la obra en la que trabaja Oscar, o a veces camina con la chica punky y describe con minucia e ironía sus comportamientos frente al mundo hostil. También habla de Javier, de su jefe, del médico que lo atiende. Ese narrador es un flâneur que está entre la filosofía y la observación filosa de las cosas cotidianas.
Hay una “manera Consiglio” de narrar, que cruza la observación con la filosofía de la vida. El narrador de Hospital Posadas es un flâneur de lo nimio y un filósofo de lo que vive. Encuentra en la sentencia una estética. Pero esa retórica no es sólo una forma sino una marca de la observación, de la síntesis entre perspectiva vital, reflexión y disquisición irónica. El narrador va y viene entre la mirada, las cosas y la interpretación detenida. Ahí Consiglio encuentra su ética, su forma, su línea estética. Entre la ironía y la observación, entre el deleite por lo nimio y la mirada esteticista, entre el disfrute de la decadencia lenta y la pérdida inevitable de la inocencia, Consiglio dibuja una dimensión de la vida, escribe un mundo, despliega un arte de narrar. Ese es su sello, su clepsidra, su cisne.
Jorge Consiglio, Hospital Posadas, Eterna Cadencia, 2015, 304 págs.
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