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En Informe. Historieta argentina del siglo XXI, el título ya nos advierte sobre un recorte temporal y geográfico. Tenemos entonces dos términos en tensión: el de una antología, que implica cierto proceso temporal que en un momento dado puede reconstruirse como totalidad —aunque siempre parcial, porque es un recorte—; y el de un informe, que toma forma en y desde el presente, algo más urgente. Esta antología de la urgencia se propone interceptar por un instante ese campo fluido y mutable de la historieta contemporánea, como alguien que captura con su mano algo de agua para ver qué es lo que lleva la corriente.
Hay dos variables de corte: una es la pertenencia geográfica, la otra, la edad (no más de cuarenta años). Por lo primero, de los veintiún historietistas incluidos en el volumen, la gran mayoría pertenece a centros urbanos. En cuanto a la edad, el arco va desde 1976 hasta 1992, aunque la mayoría nació en la década de 1980. Mientras que la generación anterior tuvo que des-aprender el oficio para poder entender que las revistas ya no eran el lugar de la historieta, y buscar nuevos refugios, la generación de Informe nace con una idea un tanto menos constreñida y hasta inmaterial que encuentra espacios en Internet y los fanzines pero también, y cada vez más, en los libros.
Las “nuevas sensibilidades” —en palabras del editor José Sainz— de la historieta contemporánea partirían de un principio que podemos resumir como: “nadie me va a pagar, así que hago lo que quiero”; “hago lo que quiero pero nadie me va a pagar”. Supone una lógica distinta de la del mercado editorial clásico expuesto en los circuitos festivaleros: la unión del trabajo para ser compartido y festejado colectivamente. El presente historietístico no puede ser tan homogéneamente definido, y esto atraviesa a todos los historietistas.
Tomemos por ejemplo las posibilidades acumuladas en Informe: el viaje lisérgico de Tintín (con un Milú versión Chewbacca) por Sofía Gómez; el seinen (subgénero manga para hombres jóvenes) explorado por Berliac; la increíble Inválido de Natalia Lombardo; Pedro Mancini en uno de sus simulacros autobiográficos que —si sumamos a Raúl Perrone— nos obliga a preguntarnos qué diablos pasa en Ituzaingó; Pablo Vigo, ordenando de tal modo en sus paneles la misantropía de la sociedad porteña que asusta; María Luque, poesía pura; y con Pablo Guaymasi, cómo un alien toma fernet. ¿Tiene esto algún sentido? Enumerado así, no. Todo junto en Informe expone un diagnóstico cuyo resultado es más que interesante. No digamos ya prometedor: la cosa es sobre todo en acto y no (sólo) en potencia. Mencioné siete ejemplos de veintiuno y dejé así afuera a la mayor parte del volumen. Es decir, hay mucho más para leer y conocer de lo que nuestra filosofía sospechaba. Bienvenida sea la historieta argentina del siglo XXI, caja de Pandora de nuevas sensibilidades.
Varios autores, Informe. Historieta argentina del siglo XXI, selecciòn, ediciòn y pròlogo de Jorge Sainz, Editorial Municipal de Rosario, 2015, 208 págs.
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