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La extinción de las especies

Diego Vecchio

LITERATURA ARGENTINA

Se podría decir que la historia de los museos es la historia de la civilización, pero hay que tener cuidado: algunos de los mejores museos en esta historia han sido ideados por regímenes, personas y familias que se permitieron muchos excesos poco civilizados en sus vidas. Asociados con las intenciones nobles de compartir conocimiento, arte y experiencia con el público, los museos siempre han sido motivados por pasiones más oscuras: una necesidad, como la del triunfo romano, de mostrar lo que se ha saqueado, conquistado, recibido como tributo o pago.

Esta novela entretenida de Diego Vecchio —finalista del último Premio Herralde— se basa en esa premisa para escribir una historia no del todo apócrifa del museo más grande del mundo: el Instituto Smithsoniano de Washington D.C. En ciento cuarenta textos cortos, organizados en siete secciones con títulos como “Belleza y miseria” o “Sociedades primitivas”, el libro sigue el rumbo del museo, desde sus orígenes en el legado espectacular de un científico británico —hijo ilegítimo de un noble de riqueza inmensa— a Estados Unidos para “fomentar y propagar el conocimiento” en 1829, hasta su consolidación como institución a fines del siglo XIX. Un hecho real increíble, puesto que el valor del legado representó en ese momento el 1,5% del presupuesto entero del país, y pese a eso una parte importante del Senado estadounidense no lo quería aceptar. En el proceso, la novela describe distintas manías museológicas, la necesidad de encontrar pruebas para la teoría de la evolución, la burbuja del mercado de fósiles de dinosaurios, la subsecuente explosión de estudios etnológicos, los avances técnicos en conservación, etc.

Vecchio pone el foco en varios personajes claves de esta historia (la mayoría inventados): el científico inglés que lo fundó, distintos directores del Instituto, coleccionistas, exploradores y curadores, pero no puede decirse que lo haga para darle un toque humano. Aunque se divierte relatando sus aventuras y desventuras, lo que realmente le interesa son las ideas; los aciertos y equivocaciones del pensamiento decimonónico que establecieron los fundamentos de muchas de las posiciones científicas, sociológicas y políticas que todavía imperan hoy. Estas ideas encuentran su mejor expresión en largos monólogos, verdaderos tours de force de algunos de los protagonistas. Por ejemplo, el de Zacharias Spears, el director del Museo de Historia Natural, quien al establecer un plan para el museo ofrece una singularísima versión de la evolución (¡tiranosaurios con ojos láser!), o el de Benjamin Bloom, director del Museo de la Vida Primitiva, quien relata la evolución del ser humano hasta la sociedad patriarcal y la aparición de esa figura violenta y presuntuosa que llamamos “hombre moderno”. Dicho esto, quizás la declaración que más me quedó en la mente sea la de Anabeth Murphy Atwood, la directora de la Galería de Bellas Artes y Retratos Nacionales, con respecto a unas urnas indígenas: “¡El arte que no es arte es arte también!”.

Ya se habrá notado que, bajo un sentido del humor muy fino, detalles deliciosos y aventuras picarescas, se contrabandean algunos conceptos más serios: los dilemas éticos de un museo que se alimenta del saqueo de tesoros prehistóricos y culturales, o el concepto mismo de un “museo etnológico” (es llamativo que este libro salga al mismo tiempo que el gran mea culpa que hizo National Geographic luego de décadas de racismo). También encuentra espacio para reflexiones más esotéricas, usando (apropiándose de, dirían algunos) distintas culturas indígenas norteamericanas para investigar variados enfoques sobre el tiempo, el género, el sexo, la religión, etc. Pero al fin la novela siempre vuelve a la idea de museo (y al museo como símbolo, no por nada Vecchio estudió a Macedonio Fernández), se ocupa de describir una serie de museos reales e imaginarios que se abrieron en todo Estados Unidos y termina, quizás inevitablemente, con un “museo de museos”.

 

Diego Vecchio, La extinción de las especies, Anagrama, 2018, 192 págs.

12 Abr, 2018
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