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La extraña trayectoria de la luz

Jorge Fondebrider

LITERATURA ARGENTINA

Existe un modelo de cuatro dimensiones que permite explicar los fenómenos del universo: así, por ejemplo, podemos alcanzar a registrar las propiedades anisotrópicas de la materia o, con mejor suerte, elucubrar sobre los derroteros de la luz en condiciones conocidas. Un principio de certidumbre se cierne entre los oscuros abismos del cosmos hasta llegar a nuestras finitas conciencias cuando intentamos —como Joaquín O. Giannuzzi en su Tratado de física— extrapolar fenómenos físicos a los signos de la escritura.

En La extraña trayectoria de la luz (2016) se manifiestan escenas en las que dos acciones, en principio paralelas, se confrontan para generar un momentum paradójico. En el poema "Lenguas", por ejemplo, “mientras el mundo tiembla en el espacio / dos personas piensan”. Estas no se conocen, sus lenguas difieren; sin embargo se interpelan en un encuentro performático, de seguro éxtimo. Por momentos el tiempo se asemeja a una suerte de cápsula atemporal de la experiencia; eso ocurre en "De cómo el amor se vuelve recuerdo del amor", donde se funden los límites que demarcan la estructura de los sucesos, y tanto pasado como futuro y presente se hacen materia de un barro indistinguible: “Entre dos tazas de té / hablo en pasado de la mujer que quiero". En esos versos al parecer hay un retorno, una pose contrafáctica e ideal pretérito de alguien —la mujer— versus su presente concreto, dejando un lugar en la ecuación para el ejercicio de la añoranza con respecto a una potencialidad (una voluntad) que no llegó a ser.

En El mensaje lingüístico, Roland Barthes nos aclara que “toda imagen es polisémica: implica, subyacente a sus significantes, una ‘cadena flotante’ de significados, entre los cuales el lector puede elegir algunos e ignorar otros’; bajo esta premisa, el poeta trabaja con la luna en sucesivas ejecuciones: se habla de “la luna mal partida” o “las victorias de la luna”; la luna como imperio, como receptora de versos, “lo blanco y lo real de cada noche”. De todas formas, y luego de haber leído La extraña trayectoria de la luz, me pregunto qué representará finalmente la luna en el universo de las imágenes que propone Fondebrider. Imagino que opera tal vez a la manera en que lo hace el standard en el jazz: como una matriz de base en la que virtuosas variaciones ayudan a establecer su personal ecosistema de lenguaje.

 

Jorge Fondebrider, La extraña trayectoria de la luz, Bajo la Luna, 2016, 304 págs.

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