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“Es una tarde cualquiera en el Planeta Marte”: con esta frase Félix Bruzzone comienza Las chanchas, su nueva novela. Marte es una excusa. La misma que utilizó Alain Resnais en Toute la mémoire du monde, un cortometraje filmado en 1956 en el cual, siguiendo el recorrido de una guía de viaje inexistente titulada Mars, el director francés mostraba cómo se clasifica, se archiva, se preserva y se accede a la memoria. ¿Cómo clasificar una invención? ¿Cómo construir memoria desde el futuro?
Valiéndose de tres voces narrativas —Andy, Mara y Romina— a partir de las cuales se estructura la novela, Bruzzone no sólo ficcionaliza la propia experiencia —sus padres son desaparecidos— sino que la invierte —aquí las desaparecidas son hijas de alguien—, intensificando el desvío de un tema que recorre toda su producción. Andy —un amo de casa y cantante amateur— teme ser sorprendido por Romina, su mujer, en una escena de infidelidad con dos chicas —Lara y Mara— que le han pedido ayuda por creerse potenciales víctimas de un secuestro y a quienes ha ocultado en la sala donde ensaya karaoke. A partir del momento en que los protagonistas entran en contacto, es como si un zumbido parasitara sus razonamientos. La crónica de Andy, el cuaderno de apuntes y dibujos de Mara y el epílogo de Romina expanden la ficción del secuestro con más ficción, parodiándolo. Lo que se secuestra en la novela de Bruzzone es la lógica de representación.
A eso también contribuyen la humanización de los animales y la animalización de los humanos que recorren el texto: Andy es un hombre mitad oveja, mitad planta; Mara es a un tiempo chancha y oso polar; y Romina tiene el olfato de un perro y es mitad hiena asustada, mitad jirafa boba. La voz del cuerpo domina la voz de la conciencia en todos ellos: “En el camino de vuelta hablamos de lo que debe hacerse o lograrse en la vida, y de lo bueno que es este lugar, donde nadie se preocupa, y que viviendo así parecemos animales, y somos felices”. Incluso Romina —personaje nacido en Los topos (2008)—, que encarna durante gran parte de la trama la voz de la razón reclamando justicia por las secuestradas de formas más y menos convencionales, termina cediendo ante la lógica que reina en el texto. Por otra parte, Roberto, ese conejo blanco, inteligente y educado que viene del país de las maravillas y se ha convertido en el mejor amigo del hijo de Andy, encarna la esperanza capaz de dar ánimo a este mundo agotado; es la utopía del regreso a un origen de presocialización y prelenguaje que, por irrecuperable, sólo puede existir en una ficción.
¿Cómo construir memoria desde el futuro? Autorizando a la imaginación a permear los recuerdos, Bruzzone excava con la ayuda de sus marcianos hasta llegar a los restos de una nuda vida donde la inscripción de la animalidad no naturaliza sino que politiza, y obliga así a una relectura de estas formas de vida.
Félix Bruzzone, Las chanchas, Literatura Random House, 2014, 224 págs.
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