Lebensraum

¿Es posible apropiarse de la vida de ciertos “hombres infames”, como los designaba Foucault, bajo un prisma artístico? Lebensraum gravita en torno a existencias marcadas por el yugo del crimen que, sin embargo, se plantearon torcer sus viles destinos a través de un proyecto que las sobrepasara. El narrador de la novela, un investigador experto en literatura, se ha propuesto reconstruir el rompecabezas de una de estas vidas. Su objeto de estudio, a la vez una fuente de fascinación y de horror, es Bruno Diermissen, un antiguo miembro de las SS. En 1941, durante la operación Barbarroja en la que las tropas nazis iniciaron un arduo desplazamiento al Este con el objetivo de conquistar la Unión Soviética, Diermissen habría sido el encargado de dejar un registro fotográfico de los asesinatos perpetrados a su paso.

Lejos de las estepas y de los desiertos de nieve que envuelven a Diermissen, el narrador se encuentra en las Islas Galápagos, rodeado de una vegetación y una fauna exuberantes. Allí, el investigador anónimo entabla una suerte de amistad con Rafael, un antiguo soldado de la marina ecuatoriana que regentea el hostal donde se hospeda.

“Cualquier destino, por largo y complicado que sea, consta en realidad de un solo momento: el momento en el que el hombre sabe para siempre quién es”, leemos en “Biografía de Tadeo Isidoro Cruz” de Borges. De cierta manera, Lebensraum nos conduce a examinar ese momento, a detenernos sobre el caudal de ínfimas decisiones que trazan el destino de un hombre. A partir del triángulo que se establece entre el protagonista, Diermissen y Rafael, Fernando Bogado se interroga sobre el porqué de ciertas decisiones que determinan nuestras vidas, más allá de la lógica e incluso de la moral.

Lebensraum es también una novela sobre el deseo imposible de detener el tiempo para encontrarle un sentido al pasado y, sobre todo, un sentido capaz de iluminar nuestro presente. A pesar de sus diferencias, los personajes de la novela comparten la obsesión de controlar sus destinos. “Voy a llamar a esa decisión, como por casualidad, mi revancha frente a tanta idea de libre albedrío: yo voy a darme un destino”, afirma el narrador. No resulta así casual que el leitmotiv de las “cápsulas de tiempo” recorra toda la novela; esa suerte de bóvedas que contienen cartas, papeles, fotografías y otros objetos del presente a la espera de que las generaciones futuras las encuentren y puedan entender un poco más de nuestra época. A través de las reflexiones de su protagonista, Lebensraum nos interroga sobre el deseo de retener aquellas cosas y personas cuya existencia está indisolublemente unida a la nuestra.

Con maestría, Bogado construye una trama en la que el pasado y el presente convergen a partir de un hábil juego de espejos y de dobles. Porque Lebensraum no se refiere solamente a aquel “espacio vital” con el que los nazis justificaron su avance geográfico; Lebensraum es también un espacio afectivo, un espacio en el que buscamos entender quiénes somos y qué podríamos legarle al futuro. Como en las dos caras de Jano, la novela vuelve una y otra vez sobre los aspectos opuestos y contradictorios que pueden convivir bajo la fachada de una misma persona. Los objetos de amor y de deseo encarnados por Carolina y Verónica, la oscura atracción que Diermissen y Rafael despiertan en el protagonista, las impresiones que le producen las tortugas gigantes de Galápagos y los conejos que imagina corriendo en la estepa rusa, a sólo unos pasos de los SS, pero también la guerra y la posibilidad de dar la vida. A partir de este entramado de figuras duales, Bogado observa a través de un microscopio ese instante frágil y resbaladizo en el que todos podemos transformarnos en víctimas o en verdugos.

Fernando Bogado, Lebensraum, Omnívora, 2021, 182 págs.