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Los danzantes

Leandro Katz

LITERATURA ARGENTINA

En un presente en el que testimonio y experiencia parecen haberse convertido en las coordenadas de una innumerable cuantía de textos y fenómenos editoriales que ocupan los anaqueles de las bibliotecas globales, este libro singular apuesta por la memoria de lo vivido pero, a la vez, elige la oblicuidad, el retrato esmerilado, el disimulo de casi toda referencia espacial y temporal, el soterramiento de una enorme cantidad de nombres propios. Los danzantes debe leerse en la serie que arman las obras de este artista multidisciplinario y esquivo a toda catalogación, en continuidad con el resto de sus proyectos —ver, por ejemplo, su trabajo expandido alrededor de la foto que Freddy Alborta le tomó al Che en su lecho de muerte, o el Proyecto Catherwood sobre las expediciones de Stephens y Catherwood a las ruinas mayas de Yucatán—, que a veces se extienden a zonas inesperadas como la instalación, el libro de artista, el ensayo, la pieza audiovisual. El libro comienza con el deseo de establecer un diálogo con un conjunto de fantasmas del pasado, entre los que despunta la ausencia aún vívida de un amigo muerto: “Me gustaría mucho poder conversar contigo frente a frente pero ya te has muerto y me has dejado solo con este diálogo interior que aún mantengo contigo”. De ahí que el texto coloque en el lugar del destinatario espectral a ese amigo que supo acompañar algunos de los escenarios por los que Katz ahora se escurre en el recuerdo. El resultado, entonces, se lee en una serie de fragmentos que ajustan y reconstruyen anécdotas diversas y en variados paisajes: una playa de cantos rodados, dos camastros en la choza de unos arqueólogos, un puesto a la sombra de ceibas que, según el narrador, están pobladas de espectros, la navegación en un barco a la orilla de un río selvático, la escalada por unas ruinas antiquísimas, el viaje en un vagón desvencijado de tren, la siesta en un claro selvático donde silban las oropéndolas. En ese recorrido por diversas rutas que conducen a la memoria, el libro a veces se topa con un erotismo hecho de encuentros sexuales fugaces, engarzados a los paisajes de los que va y vuelve con pericia y que forman esta semblanza o larga conversación con un amigo, amante, camarada ausente. Con singular maestría, Katz confecciona postales que sólo pueden nacer de la experiencia, pero de una experiencia opaca, tornasolada: visiones bajo los efectos de la ayahuasca, la descripción precisa de unos atuendos hechos por peleteros y con bolsillos para ocultar joyas envenenadas, el vistazo de guerrilleros desertores por entre los montes, la imagen de patrullas militares que registran el territorio en busca de campesinos o la migración de un cangrejal sobre la ruta. Un texto fragmentario marcado, en resplandores, por el duelo que impulsa toda ausencia, pero que advierte su capacidad de tantear lo insondable y asumir el carácter mediúmnico de la escritura.

 

Leandro Katz, Los danzantes, Paradiso, 2022, 96 págs.

13 Oct, 2022
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