neuro:mantra

“Vivimos en estado de gracia permanente”, dice una voz en “rinpoche: trance”, un poema de Rita Gonzalez Hesaynes. ¿Qué será vivir en estado de gracia permanente? Después de leer cada poema de neuro:mantra, la respuesta se aparece —clara, distinta— al menos por un instante. neuro:mantra es un libro que está esperando la pregunta correcta y sabe que formularla es como ir detrás de los destellos de una estrella disuelta (“reconstruirla / es trabajo imposible / pero es tu trabajo”). El camino en ese trabajo es al mismo tiempo sinuoso y tranquilo, porque neuro:mantra se abre paso con soltura en escenarios desconocidos y peligrosos, no se saltea ningún signo, ninguna señal misteriosa, quiere descifrar. Si se le formula la pregunta correcta, permite desprogramar todo lo que del lenguaje nos deja atrapados en estructuras gastadas, vacías. Y a la vez nos recuerda lo bien que se siente estar en el lenguaje cuando se trata de frases y palabras sagradas: único hogar, única herencia posible además de la vida, en un mundo que insiste en extenderse y diferenciarse.

Quizás en esa tensión se encuentre una de las claves de la fascinación que producen los poemas de Gonzalez Hesaynes. Entre el algoritmo y el mantra hay, por supuesto, una distancia insalvable. Entonces vayamos hacia esa distancia. Hay encarnaciones y misterios, variaciones e infinitos pasillos, instantes y milenios. Hay un no-tiempo en el que no es necesario dialogar con la época, porque mejor dialogar con todas las épocas. Desde las leyendas artúricas hasta la Gran Ola, desde el tiempo mítico hasta el presente en que tenemos un cuerpo, unos ojos a través de los que deciden ver los dioses sus creaciones, o las propias creaciones deciden autoconvocarse para verse a sí mismas. Un mantra es un instrumento mental, una fórmula. Un algoritmo es un conjunto de instrucciones que permite llevar a cabo una actividad. Ambos se sirven del lenguaje —de una sílaba, de una frase o de un lenguaje de programación—. Los poemas de neuro:mantra insisten en que estamos atrapados ahí —en el lenguaje— como en un bucle infinito. Insisten tanto que lo que era una inquietud temática cobra cuerpo en la forma, con un libro que termina con un loop donde el verso “nada puede volver más que el regreso”, vuelve y vuelve.

Desde el epígrafe de Burroughs sabemos que la palabra es virus. Luego sabremos que las ideas y los sentimientos “nos usan como el hongo a la fruta descompuesta” y que los nombres son disfraces que nos encierran, personajes que debemos encarnar en el teatro del mundo. Si el lenguaje es un bug, un error que nos hace mordernos la cola, atrapados en nuestros procesos de autoconciencia, como en la mano que dibuja otra mano de M. C. Escher, los poemas de neuro:mantra vienen a mostrar que es posible hackear, desprogramar esa “ejecución del devenir”, eso que funciona a pesar de nosotros. También están atrapados los personajes de la saga artúrica en sus leyendas, en un tiempo fundacional en que lo que se relata parece ineludible: las escenas se repiten —como en un bucle— una y otra vez, como en un sueño del que no pueden despertar. “¿Cómo hemos de salir / de este relato / señor / recuerdo mío?”, se preguntan. ¿Cómo hacerse un cuerpo, cómo dejar de buscar el grial —condena y milagro a la vez—? “¿Cómo encontrar un vientre que nos geste / o fabricar el propio / y abrirnos paso / entre la carne del tiempo y el espacio […]?”. ¿Cómo no quedarnos atrapados en el bucle de la leyenda familiar? “¿Cómo quitarnos de esta narración que nos repite? / ¿Cómo sanar? ¿Cómo nacer? ¿Cómo extinguirse?”. Los poemas de Gonzalez Hesaynes hablan de un encierro en el lenguaje, en el relato, pero son libres. Quizás porque en la poesía no hay protocolo posible. Y siempre hay una voz, futura, una mujer que nace de sí misma y sabe que el estado de gracia está seguro muy cerca de “canturrear algo hermoso e instintivo y salvaje / en una lengua que uno desconoce”.

Rita Gonzalez Hesaynes, neuro:mantra, Abend, 2019, 64 págs.