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Carlos A. Aguilera (La Habana, 1970) es narrador, ensayista y poeta. De su obra podemos destacar el libro de relatos Teoría del alma china (2006), los libros de poesía Retrato de A. Hooper y su esposa (1996) y Das Kapital (1997). Es además autor de diversas monografías sobre arte y del monólogo teatral Discurso de la madre muerta (2012). Entre 1997 y 2002 codirigió en Cuba la revista de literatura y política Diáspora(s), un empeño experimentalista destacado por reclamar una renovación de la crítica y por proponer una “poesía del pensar”.
La editorial Suburbano publicó en 2014 una primera versión del relato “Clausewitz y yo”. El libro que tenemos entre manos nos ofrece una nueva versión de ese relato, así como dos textos más (“Néklas & Néklas” y “Nuevas revelaciones sobre la muerte de mi padre”); tres textos que aparecen unidos ahora en la forma de un silogismo estructural. Se trata de una potente nouvelle (poco más de cien páginas) en tres partes, que constituye una feroz invectiva contra la violencia institucionalizada (la del Estado, la de la familia, pero también la de la medicina) y de las relaciones tensionadas entre anomia y crimen. El texto está ambientado en la Rumania comunista de mediados del siglo XX (aunque las marcas externas son leves, apenas referidas a la ruralidad del contexto social en que se desarrolla la narración), donde tiene un peso singular la terrorífica presencia de la Securitate (Departamento de Seguridad del Estado), la policía secreta. Es también importante destacar la figura de Carl von Clausewitz, el general prusiano autor del tratado militar De la guerra, donde se incluye el célebre dictum “La guerra es la continuación de la política por otros medios”. Este es el leitmotiv que guía la vida del padre del narrador y sirve de justificación para las calamidades y oprobios que ejerce contra todo aquel que lo rodea. El padre del narrador es dentista, y Néklas, el vecino, ortopedista, y ambos ejercen la violencia contra sus pacientes a través de sus labores médicas.
Aguilera se sirve de la narración preactiva o racconto, mirando retrospectivamente hacia el pasado (que se vislumbra con nostalgia heroica) y tendiendo lazos hacia un presente estático (el tiempo de la narración está apenas condensado en un breve instante). El centro del relato es la muerte del padre del narrador, hecho que le sirve a Aguilera de metáfora continuada para hablar de otras muertes simbólicas (las de los hijos y las de las cónyuges). Así, en el plano superficial del discurso, el libro es una oda parricida, que explora las relaciones entre padres e hijos. Por ello, si el primero de los textos narra detallada e insidiosamente el asesinato del padre (real) por parte de su propio hijo, el segundo explora la relación de sumisión y muerte silenciosa (y simbólica, bajo la forma de la abulia) del hijo frente al padre, ambos vecinos del narrador (los Néklas). En el primer tramo, la narración funciona al modo de la enumeración de agravios, que se explican y autojustifican. En el segundo caso el relato se desparrama y se torna reflexivo, en tanto que investigación sobre la moralidad del prójimo. Finalmente, la última parte retoma la estructura enumerativa del comienzo y sirve como ampliación de lo dicho antes, así como de evidencia existencialista de que el sentido de la vida pasa necesariamente por la libertad; en suma, y por ponerlo en términos sartreanos: la alienación como mirada objetivante del otro, del opresor, a quien hay que destruir (y se destruye) para poder ser libre.
Como en toda su obra, Aguilera luce aquí un gusto por la insidia grotesca y por una cierta caricatura postbrechtiana (manteniendo su idea del gestus, herramienta para parar la acción y despertar la conciencia del público). Esto se concreta en la idea estética del arte frente al utilitarismo funcional: el crimen como visage (o gesto exagerado del rostro). El crimen como un agujero en la pared de la cárcel familiar, estatal y médica, que abre un nuevo horizonte de expectativas; pensado menos como un asesinato que como un fenómeno bello y artístico. Clausewitz y yo es, en resumidas cuentas, una excelente nouvelle que se sintetiza en una pregunta crucial: ¿supone el crimen el colmo de la abyección, o son la vileza y la infamia sólo redimidas a través del crimen? Y su corolario: ¿la violencia se hereda o es innata al ser humano?
Carlos A. Aguilera, Clausewitz y yo, Esto no es Berlín, 2020, 110 págs.
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