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Un poema puede ser un recorrido, por palabras, por textos anteriores y posteriores, por la memoria, por paisajes o por una construcción subjetiva. Y, en ese sentido, el poema puede ser un mapa, uno que se dibuja en filigrana sobre otros territorios, otros mapas, recuerdos, obras vistas, viajes, también preguntas y palabras propias o ajenas. Ese el formato que, desde el corte de verso a la puntuación, y al decurso de la frase, entre interrogativa y ensayística, da lugar, en toda su amplitud, a los desplazamientos de la memoria y de las significaciones, aun de las representaciones, en este nuevo libro de la brasileña Marília Garcia.
El texto se despliega abriendo esas posibilidades como otras tantas preguntas y diseña un modo de leer como forma de estar en la lengua y en el mundo. Las asociaciones aquí se explicitan; una esquina de Río de Janeiro se superpone con una de San Pablo, y hace de dos ciudades una, de una vida desplazada una posibilidad de narrar(se) o de anclar en una realidad en expansión que muestra a la vez lo que está y lo que subyace: como las raíces del árbol, que asoman rompiendo la vereda y dejan pensar en lo que hay debajo; como los árboles de hojas rojas plantados donde hubo un centro clandestino de detención y hacen ver la sangre derramada; como esa mujer que, parada en una esquina, observa en simultáneo su propia historia y su historicidad, como las palabras de la madre o el amigo muertos que repican en el oído como resonancias de la escucha. Esto lleva también a una pregunta por el tiempo: “imagínense que los mapas están superpuestos / y estoy en los dos lugares al mismo tiempo // es un punto nebuloso: / donde los espacios se superponen sin borrarse / no se trata de una sucesión / sino de una simultaneidad // (¿cuánto dura el presente?)”. Así un objeto, una frase, un paisaje mínimo, disparan sus redes en todos los sentidos —sensoriales, afectivos, conceptuales—, para ir, no hacia una significación o un referente, sino hacia la nebulosa, el polvo de los sentidos y de los afectos, que es la materia misma de la poesía, del lenguaje, pero también del mundo que pisamos.
La nebulosa es un palimpsesto, un recorrido no lineal y no determinado de antemano, que, entre lo siempre igual y lo que se reescribe, da lugar a un paisaje en expansión (mental, gráfico, lingüístico, afectivo) que marca hitos y novedades y que, cada vez, hecho poema, abre, entre sus desplazamientos, nuevos trayectos. El texto avanza entonces al modo del ensayo, a veces de la conversación, como un despliegue de pensamiento, asociaciones, citas: es generoso en su devenir, pautado al mismo tiempo con frases que vuelven, signos tipográficos, algún breve estribillo o imagen o concepto. Como si expusiera un discurrir interior, pero armando una red de lectura sobre el mundo que se refiriera al mismo tiempo al funcionamiento de la mente, del lenguaje y del poema, y a esas tramas sutiles que filosofía, poesía y arte arman sobre la realidad o por debajo de ella, como micelio. Las tramas permiten habitar el mundo desde el diseño de un hilo tenue llamado comprensión o poética: “así se dice está / lloviendo decía él tirando de las / líneas al abrir la ventana: / la lluvia en la diagonal ahora salpica / para adentro y cada cosa contiene / la propia historia: / ducha raya una / expedición nebulosa”.
Es en este deshacerse que el texto y la poesía de García se hacen fuertes, en ese lazo que deja una marca: la de la poesía como ensayo y la vida como palimpsesto, siempre abierta a lo que espera en la próxima parada, texto, o accidente del camino.
Marília Garcia, Expedición: nebulosa, traducción de Gerardo Jorge, Salta el Pez, 2023, 196 págs.
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