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Textos escritos durante casi veinte años conforman la obra poética del costarricense Luis Chaves. En cada libro hay un correlato narrativo con la experiencia poética. Escribir poesía y narrar son acciones que se confunden y se integran en un mismo acto por fuera de toda clasificación. De un modo parecido se borran las fronteras entre imaginación y realidad. Por ejemplo, en el poema “unas cosas son lo que parecen” lo real y lo imaginario se integran: “me basta la luz que alguien enciende / en una habitación vecina. / para acompañarme. hoy es suficiente imaginar animales. / darles nombres en diminutivo / y envenenarlos antes del amanecer”. El mundo sensible es percibido de manera intensa. Lo que se documenta aquí es la conciencia del poeta desde una perspectiva sentimental. Las formas que imaginamos antes de disolverse con el paso del tiempo adquieren presencia en nuestra realidad como parte constitutiva del mundo que nos rodea.
En el poema “juegos de la percepción”, la voz se enuncia desde un lugar cercano al testimonio, el efecto de la lluvia es captado en cámara lenta y en esa percepción se lentifican los segundos y los movimientos del universo: una tormenta, una cortina de agua, una hoja desprendiéndose de una rama parecen retroceder en el tiempo: “me saco un recuerdo cualquiera de la manga. / y comprendo que las memorias / son también objetos lejanos / que se mueven lentos y dan vueltas ingrávidos / sobre la lógica urbana y los muebles del balcón. / parece entonces que este preciso momento / y aquella única hoja tienen sentido: / la hoja cae. ajena a mí y a la gravedad del mundo. / mi memoria no sabe de qué estoy hablando”. ¿Acaso el hecho poético no implica serenidad y contemplación hasta el mínimo detalle acerca de lo que observamos en la pantalla de lo real, como si la escritura fuese un modelo de lo que acontece en el exterior? ¿O será que lo percibido no es otra cosa que una proyección que termina por colorear e intensificar lo que acontece más allá de nosotros?
Sin dejar de lado cierto registro lírico, Chaves formula hipótesis sobre el alcance de la lengua en relación con lo percibido, como ocurre en el poema “origen hipotético de ciertos elementos encontrados en las pinturas de pili”, donde una pintura funciona como una suerte de paisaje emocional y mental en simultáneo donde se materializan nuestras preguntas e inquietudes: “una casa escondida en las montañas / con un balcón desde donde una mujer canta. / mientras su pelo baja las gradas. / sale por la puerta de atrás. / toma agua del río. / quizá de alguno de esos lugares vienen ustedes. pero cuando ven los colores / lloran de emoción y piden permiso. / ustedes. avioncitos. / y se quedan a vivir en estos cuadros”. Lo que acontece en nuestro interior encuentra su correlato en un país imaginario en el que cada pieza tiene un valor y un significado subjetivo. Los poemas son instantáneas de nuestros viajes, movimientos y recorridos documentados en una especie de crónica lírica.
Y, a la vez, el paisaje tanto personal como exterior es captado desde un lugar distante, la vida en común es narrada desde un lugar remoto en el que aparecemos como seres minúsculos moviéndonos en soledad: “Los bajos no podemos ver lo que viene / pero de lo que quedó atrás soy un experto: / un incendio forestal / y ese metal donde no pegan los imanes”. En esta obra reunida se enuncian instrucciones de lecturas hacia las formas primarias, o borradores, de un estilo en plena transformación.
Luis Chaves, Falso documental. Poesía completa (1997-2016), Seix Barral, 2017, 416 págs.
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