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Desde las campañas de Alejandro Magno y los tiempos de la ruta de la seda, la India ha generado fascinación en Occidente: un territorio de fantasía, tierra de especias y marajás, el origen de las filosofías de Oriente, el yoga, la Ayurveda y las doctrinas tántricas. Pero dice Chantal Maillard —española de padres belgas, filósofa, experta en estética y pensamiento oriental— que quienes hemos ido hasta allí y regresado para contarlo no hemos acertado a transcribir más que fragmentos o relatos que pronto se han transformado en mitología.
En India, el volumen que compila veinticinco años de relación de Maillard con ese país, Pre-Textos reúne su empeño por hacer lo contrario: no intenta, como tantos viajeros, traducir a códigos conocidos la cultura que visita ni reduce a comparaciones insatisfactorias la realidad inabarcable. Su India es, sobre todo, un ejercicio de observación de su propia mente. Ella se convierte en mirada y su mirada en camino. Se resiste a pintar con las palabras porque su territorio es interior, es viaje en su dimensión completa: se aleja sobre todo de sí misma, pone a prueba su identidad y recorre el camino del autodescubrimiento gracias a la desorientación, la extrañeza. Es el extravío el que le permite salir de su propio personaje. Y es a través de esa, su visión invertida, como vemos la India. Ella sabe que la diferencia entre el turista y el viajero es que este ha aprendido a mirar. “Aprender a ver”, como escribió Saint-Exupéry en una de sus páginas.
Por eso, en la escritura de Chantal Maillard importa, sobre todo, el instante. Ella sabe que en la India nadie espera nunca nada. Todo es presente: el ruido, los olores; en sus ojos, una vaca en Jaisalmer refleja el tiempo que pasa; un búfalo camina lento a orillas del Ganges; las ratas roen incansables. La suya es una mirada que no intenta poner orden al caos. La palabra es el acontecimiento. Este un libro que se habita. La India sucede mientras Maillard la cuenta.
En esta compilación hay diarios, poesía, ensayo, crítica. Es un libro de viaje y ya se sabe: la escritura que da cuenta del desplazamiento siempre es híbrida; los géneros se cruzan para tejer un universo poético en el que el movimiento es el centro.
Sus ensayos abordan temas como los orígenes de la filosofía occidental o la función simbólica y social de la mujer en la India. También, la gran contradicción: mientras Occidente se orientaliza buscando respuestas a sus excesos en el yoga, la medicina natural y la vida sana, la India emula a Occidente y devalúa lo sagrado: hoy, en las orillas del Ganges, los hindúes comercializan sus tradiciones más íntimas. El rito deja de ser rito y se convierte en espectáculo, atracción turística, entretenimiento barato.
Hay autores que se insertan en la biografía de los lugares. La India tiene a Octavio Paz, a Forster, a Kipling, Naipaul y Lapierre, que inmortalizaron el subcontinente en el siglo XX. La India de Maillard debería pasar a formar parte de esa bibliografía fundamental. Al leer su voz singular, uno piensa que sus palabras deberían sonar mucho más alto. O quizá no. Porque como dijo el también poeta José María Parreño, en estos tiempos para que te escuchen lo ideal es hablar en susurros.
Chantal Maillard, India, Pre-Textos, 2014, 852 págs.
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