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Sistema nervioso

Lina Meruane

LITERATURA IBEROAMERICANA

Alguna vez, el escritor japonés Ryūnosuke Akutagawa dijo que no tenía conciencia, que lo único que tenía eran nervios. Una declaración de principios que hace precisamente lo contrario: declarar la falta total de principios, la inutilidad de seguir una moral. En otra ocasión, el japonés lo formuló así: “no creo en Dios, sólo creo en el sistema nervioso”. Esto le sirve al argentino Pablo Maurette para desarrollar, en su ensayo “Mono no aware”, una teoría del cuerpo como carne viva y permeable a los afectos. Con una intuición similar, la chilena Lina Meruane crea una ficción médica, una novela sobre una familia de “adictos al cuerpo”.

El libro abre con un epígrafe del científico norteamericano Richard Feynman: “Un sistema no tiene una sola historia sino todas las historias posibles”. Quizás por eso no hay nombres propios. Lo que se cuenta no es una historia particular, sino una especie de fábula mitológica. El sistema familiar de la novela (compuesto de Padre, Madre, Primogénito, Mellizos, Él y Ella) es a veces un trasunto del sistema estelar y otras, de los sistemas del cuerpo humano. Y esta familia es, siempre, todas las familias posibles.

El personaje principal, Ella, viene de un “país del pasado” muy parecido a Chile, un lugar enfermo con la “epidemia de la dictadura” y sembrado de fosas humanas. Hoy, Ella vive en un “país del presente” que podría ser Estados Unidos; ahí estudia, da clases y tiene una pareja. Él, su conviviente, es un forense que trabaja en otras fosas humanas, llenas de cadáveres indocumentados, que han llegado al presente como un contagio del pasado. Los dos primeros capítulos se ocupan de ambos; los otros tres, del Primogénito, de la Madre y por último del Padre. Todos están enfermos y adoloridos, es decir, más conscientes de estar vivos que ningún otro.

Si uno obvia el lugar común del estudiante que no puede terminar un doctorado, la novela va creciendo cualitativamente. Desde las metáforas fáciles entre el tema de estudio (la astrofísica) y las relaciones humanas (complejas como el universo) hacia una verdadera prosa enferma cuyo clímax es la inminente muerte del Padre. El mérito indiscutible de esta novela es resistirse a contar una o más enfermedades y hacer, en cambio, que la misma escritura se contagie, mute y encarne las afecciones. Es una novela sobre la enfermedad porque el lenguaje lo evidencia, no por su argumento.

Cada tanto aparecen grupos de palabras en cursivas. Son una extensión o un apéndice de ciertas oraciones que, en estilo indirecto libre, hablan por los personajes. Una búsqueda rápida por internet muestra que sólo la crítica chilena Lorena Amaro se atrevió a una respuesta: “Meruane inocula, como si se tratara de un cáncer, células de significado que van abultando una narración de por sí compleja”. También puede decirse que son mínimos flujos de conciencia, la mente de cada personaje desbarrancando. Uno puede, incluso, no darles mayor importancia. Como el apéndice del cuerpo humano, estas palabras no tienen una función especial; son depósitos de restos (corporales, diurnos) que, aunque podrían significar una dolencia mortal, por el momento están controlados.

La destreza de Meruane aparece cuando se aleja del telescopio o del megáfono y se acerca a decirnos que hoy sólo el cáncer de nuestros padres nos vuelve a reunir. ¿En qué familia no hay una enfermedad catastrófica? Uno ya no se pregunta si tendrá un cáncer sino cuándo. Porque “probablemente siempre estemos enfermos y no lo sepamos […] porque lo raro es vivir. Hay tantas cosas que podrían salir mal”. Qué significa contar esa verdad es lo que explica muy bien Maurette al reflexionar sobre la frase de Akutagawa: “la literatura es un producto de la relación angustiante entre el cuerpo cerrado herméticamente sobre sí mismo y el mundo; esta relación se establece a la distancia, a través de impulsos eléctricos que produce y procesa el sistema nervioso”. Intimar con la enfermedad termina siendo el regalo de Meruane a sus lectores. ¿Qué más se le puede pedir a la literatura?

 

Lina Meruane, Sistema nervioso, Literatura Random House, 2018, 280 págs.; Eterna Cadencia, 2018, 310 págs.

26 Sep, 2019
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