Alfredo Garzón, un editor de cuarenta y un años, se ve obligado a escoltar al hijo de un famoso escritor colombiano-mexicano durante su paso por Santiago de Chile, la anteúltima parada del tour de presentación de un ridículo libro compuesto a dúo. Rafael Restrepo —el padre— aglutina todos los tics y contradicciones de las celebridades del boom (de hecho, se parece mucho a una de ellas). Rafa —el hijo— es joven, provocador, hemofílico. Va a todos lados con un oso de peluche y tal vez sea un fotógrafo y un poeta brillante. Editor e hijo de escritor deambulan por la noche gay de Santiago mientras hace demasiado calor para octubre y la FILSA acapara todas las miradas del mercado y de la prensa. Entonces la tragedia se desata y las vidas de todos quedan trastocadas para siempre.
Eso sería Sudor en un resumen apurado. Se trata, no casualmente, de una novela que no permanece quieta ni centrada, sino que fluctúa con cierta irresolución, estructurada a partir del libro que Garzón escribe o planea escribir para dar sentido a esos dos días y, por correlato, a su vida entera.
Sudor alberga varias formas de contar la misma historia. En las primeras cien páginas, la trama se entrega a un tipo muy específico de metaliteratura: el de la literatura latinoamericana contemporánea, con nombres de autores y editoriales reales, una suerte de “quién es quién” de la literatura regional. Fuguet extrema esa premisa hasta el mareo, a punto tal que es difícil encontrar párrafo sin referencia. La segunda parte, la más dilatada y quizás más interesante, está dedicada a Garzón y a su vida antes de Rafa. Lo vemos teniendo encuentros con otros hombres a través de la red social Grindr; escuchamos las largas y muchas veces íntimas conversaciones que mantiene con escritores triviales o inseguros, con un ex amante que lo persigue y con su mejor amigo heterosexual. La tercera parte recién empieza cuando Rafa y su oso salen a escena, un hecho (el de la aparición efectiva del personaje supuestamente principal) que Fuguet retrasa a conciencia y con meticulosidad, a partir de un procedimiento que puede impacientar a algunos lectores.
Detrás del sexo salvaje, del lenguaje guarro, de la banalidad literaria, del spanglish y el name-dropping, lo que late dentro de Sudor es la búsqueda del origen de la soledad, la respuesta a por qué es tan difícil conectar con los otros. Respuesta que muchas veces es sofocada por el bullicio del afuera, por el ruido blanco que nos envuelve mientras perdemos el tiempo pensando en otras cosas.
Alberto Fuguet, Sudor, Random House, 2016, 608 págs.
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