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Una de las consecuencias más graves de la actual situación económica española ha sido –y sigue siendo– el desahucio forzado de miles de familias que, tras no poder hacer frente al pago de sus hipotecas –en ocasiones por un simple retraso–, han quedado en la calle y prácticamente inhabilitadas para acceder legalmente a otra casa hasta no “regularizar” su situación. Este miedo a perder el hogar, que se ha convertido en una de las pesadillas más recurrentes del imaginario de la crisis, es el corazón de Tiempo de encierro, la excelente última novela de Doménico Chiappe, originada a partir de una historia real –la de una pareja relativamente acomodada a punto de ser desahuciada–, que funciona también como metáfora del derrumbe del modo de vida de una clase media que poco a poco ha comenzado a desaparecer.
Ante la amenaza del desahucio inminente, los componentes de la joven pareja reaccionan de modo diferente. Igrid, editora freelance embarazada de cuatro meses, decide encerrarse en casa y no salir de allí hasta que la saquen por la fuerza. Casi como si estuviera poseída por el espíritu del El ángel exterminador, se niega a traspasar los límites de su hogar, como si en la casa se encontrase protegida de todo lo que ocurre en el mundo exterior. La casa se convierte así en una suerte de búnker donde esperar que lo peor tenga lugar. Pero también el encierro funciona como una especie de resistencia pasiva, casi como un camuflaje, como hacerse el muerto frente a los peligros que acechan. El encierro de Igrid coincide con el tiempo de gestación de su hijo, a quien dirige un monólogo continuo que reflexiona sobre el estado de ese mundo al que se va a enfrentar una vez que vea la luz. Mientras tanto, su pareja, Maelo, un matemático venezolano afincado en España que en el relato de Igrid casi siempre aparece fuera de campo, intenta buscar una solución en el exterior, tanto en el ámbito de la legalidad –los juzgados– como en su reverso –el movimiento okupa–.
La novela está llena de reflexiones lúcidas y complejas que, en muchas ocasiones, se encuentran casi más cerca de lo ensayístico que de lo narrativo. Reflexiones sobre la política, la economía, la tecnología o el arte que siempre van un paso más allá del pensamiento común y acomodado. De hecho, hay un aire de decepción creciente y un escepticismo ante toda una serie de discursos y prácticas supuestamente comprometidos que, sin embargo, han banalizado y “estetizado” la crueldad de la situación actual para conducirla hacia sus propios intereses.
Aunque el punto de partida de la historia se encuentre en la realidad, Chiappe construye un relato complejo penetrado por varios puntos de vista y temporalidades. El presente es protagonizado por el encierro de Igrid. Allí, el tiempo se detiene y se expande. Es el tiempo del encierro, en el que hace su aparición una extraña artista radical, Bi, cuya obra de arte total pretende mostrar la crueldad y obscenidad del mundo a partir de la producción de sujetos casi como si fueran mercancías. Junto a este tiempo de encierro, detenido y lento, el libro presenta también otro tiempo, insertado entre cada una de las semanas de gestación y narrado a través de breves sentencias en infinitivo que casi parecen pinceladas –o tuits–, en el que se construye el proceso de conversión en extranjero de Maelo: su primer viaje de Venezuela a España, su proceso de “adaptación”, de erosión del lenguaje y su pérdida definitiva del hogar. Estas pequeñas inserciones funcionan casi como una cartografía de la migración a principios del siglo XXI. Es otra crisis, otra pérdida, otro movimiento. Y sobre todo, unos sueños, unas proyecciones de futuro que, sin embargo, al final acaban deshaciéndose. Igual que en otras “novelas de la crisis”, el descalabro se hace evidente en el presente, como sucede por ejemplo en La habitación oscura (2013), de Isaac Rosa, donde otro tipo de encierro, metafórico, tiene lugar. En ambos casos hace acto de presencia la necesidad de atrincherarse, casi de ponerse en posición fetal en el momento en el que la propia trinchera se está desmoronando.
Doménico Chiappe, Tiempo de encierro, Lengua de Trapo, 2013, 288 págs.
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