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Volver a leer a César Vallejo es volver a encantarse con su lenguaje, a admirarse por sus ideas, a sorprenderse por sus desafíos o a conmoverse con su humanismo; son las sensaciones que provoca su poesía pero también su prosa, como la de Una experiencia del mundo, este libro que agrupa sus crónicas escritas desde Europa para diarios y revistas de Perú.
Carlos Battilana selecciona, compila, piensa y escribe el ensayo preliminar, en el que ilumina diferentes zonas. Ubica al poeta que no vamos a leer pero necesitamos reconocer; menciona las tres tradiciones que lo recorren (imaginario andino, infancia cristiana, teoría marxista); reconoce el legado de Rubén Darío (el procedimiento como clave literaria); señala la relación complicada con el dinero, el carácter polemista, la denuncia política; y ratifica la crónica como un género decisivo para la constitución de una escritura latinoamericana.
Estos escritos de Una experiencia del mundo suelen partir de un tema específico y derivar en otro inesperado que sólo la perspicacia de Vallejo puede unir. En el medio, el humor filosófico (“morir es más difícil de lo que se cree”; “a nadie le está dado saber cuándo morirá ni cuándo ha muerto”) se mezcla con las ironías sociológicas (“Hay rachas ideológicas en París que no se explican sino aplicando un criterio de modisto, puesto que no pasan más que de simples novedades pegajosas”), y las curiosidades científicas (cruce de chimpancé y ser humano) dan lugar a los explícitos posicionamientos políticos (“El progreso será bueno cuando sus beneficios estén al alcance de todos”). Para el final quedan los remates contundentes: “¡Bajo Imperio! ¡Aquí estamos los bárbaros!”; “Yo moriré de vida y no de tiempo”.
Pero Vallejo, además, es un lector. Lee lo que dicen los diarios de París, elige noticias curiosas y luego las traduce al público peruano. Su didactismo no surge tan sólo del contenido de eso que cuenta, sino también de este procedimiento de lectura y selección, que produce hallazgos entre los garabatos de la información. En ese pasaje del redactor inicial al cronista traductor se cuelan su tono poético, sus maneras y su originalidad; esa práctica también es un rasgo de su teoría de la poesía: cualquier tema es pertinente si se lo usa de una manera propia. Entonces, sobre el asesino Gastón Guyot, condenado a la guillotina, dirá: “De frente, este es un hombre que viene; por detrás, se queda”. O en “París en primavera”: “Una persona sin reloj no vive en regla con su destino”; y en la misma crónica: “Gustavo V, rey de Suecia, se va a jugar tenis a Cannes, con todas sus arrugas, su pecho, su pantalón y sus hijos…”.
Testigo directo, en París Vallejo ve lo que no se alcanza a ver desde América y nos lo cuenta, pero siempre a través de su mirada de cronista que, extranjera, transforma lo que observa en otra cosa.
César Vallejo, Una experiencia del mundo, compilación y prólogo de Carlos Battilana, arte de Claudia Mazzucchelli y Nessy Cohen, Editorial Excursiones, 2016, 130 págs.
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