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“El mundo cabe en una canción”, escribió hace algunos años Fito Páez. Publicado por la editorial Gourmet Musical, el libro de Mara Favoretto Charly en el país de las alegorías propone una interpretación sobre las letras de Charly García. Siguiendo la idea del músico rosarino (no casualmente uno de los “discípulos” de García), la autora comienza diciendo que “Charly ha sabido construir un universo paralelo” que se plasma en cada una de sus canciones. Con aciertos y errores, el estudio de Favoretto tiene el mérito de afrontar el desafío de ir más allá de las anécdotas y los elogios para abarcar la obra de una de las figuras centrales del medio artístico argentino de los últimos cincuenta años.
La alegoría es, según la autora, el recurso fundamental, la estrategia a través de la cual Charly ha escrito lo central de su inmensa producción desde 1972 hasta el presente. De allí la hipótesis central del libro: el mecanismo alegórico define “la bisagra entre las letras de sus obras y la realidad” y explica, en definitiva, “por qué sus canciones nos intrigan, nos maravillan, nos emocionan y muchas veces nos resultan enigmáticas”. Como en Alicia en el País de las Maravillas, la música de Charly juega con el lenguaje y revela que las palabras no significan necesariamente lo que dicen, o que dicen mucho más de lo que se sospecha.
A lo largo de diez capítulos, Favoretto explora el “mundo de Charly”, identificando ciertos temas y recursos repetidos y algunos tópicos y búsquedas insistentes. Se detectan diversos tipos de alegorías: de género, políticas/esópicas, didácticas, ópticas y heroicas. A medida que avanza la lectura, y por detrás del análisis particular de cada apartado, una línea central de interpretación se torna evidente: las letras de Charly ofrecen una mirada diferente, son una expresión opuesta al statu quo. Así, por ejemplo, en la sección dedicada a las alegorías didácticas, la autora sostiene que Charly hizo frente “a una educación truncada por la represión, un sistema educativo conservador y una censura rayana con la paranoia”, a través de canciones que proponían “una forma de educación alternativa, que lejos de ser una estructura formal, era una estructura alegórica basada en la libertad y la libre asociación”.
Dado que el complejo problema que propone el libro es el de la construcción de sentido y la inscripción social de la música, estos argumentos un tanto simplificadores no dejan de generar cierto desencanto. Su mayor fuerza se convierte también, entonces, en su mayor debilidad. Al utilizar una categoría de análisis que nunca queda del todo clara (“la alegoría está en todas partes”), la interpretación tiende por momentos a volverse una sobreinterpretación. El aislamiento de las letras de su acompañamiento musical se torna asimismo problemático. Finalmente, y a pesar de los esfuerzos de la autora por ubicar temporalmente las canciones, el libro termina recayendo en un esencialismo del sujeto que convierte al músico en un creador de ideas inmutables y un personaje sin espesura histórica.
No por ello Charly en el país de las alegorías deja de ser atractivo y rico en ideas. Aunque acaso disuelva aquello que mejor explicaría la trascendencia de Charly García dentro de la cultura argentina: sus paradojas, sus discontinuidades y sus contradicciones.
Mara Favoretto, Charly en el país de las alegorías. Un viaje por las letras de Charly García, Gourmet Musical, 2013, 192 págs.
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