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¿Qué es una ópera hoy? ¿En qué se diferencia de las distintas experiencias de teatro musical? ¿Ser fruto de un encargo es el principal factor común entre las óperas?
Una de las mejores formas de darle aire fresco a la vieja discusión acerca de este género en la actualidad es encontrarse con una obra que, antes que nada, sea muy buena. Es el caso de El Gran Teatro de Oklahoma, de Marcos Franciosi, y por muy buena me refiero a la totalidad de la obra, ya que podríamos aventurar que otro rasgo “panoperístico” está en cierta efectividad de impacto sobre el auditorio, que colocó al género en la cima de la experiencia decimonónica y que sigue funcionando, aunque la ópera haya sido desplazada por la efectividad del cine.
El Gran Teatro de Oklahoma es también una suma de partes: una partitura a la vez detallada e impulsiva que no permite demasiadas distracciones del oyente; un trabajo vocal y textual que modula con plasticidad de lo absurdo a lo trágico; una orquestación refinada y atenta a las búsquedas de época, sin caer en un artificialidad experimental (la obra combina un variado ensamble, sintetizador, sonidos grabados, máquinas de escribir, fanales con agua, tubos…); una paleta armónica efectiva y dinámica.
Compuesta y estrenada en 2010 por encargo del Centro de Experimentación y Creación del Teatro Argentino de La Plata (TACEC), la ópera de Franciosi, basada en el último capítulo de la inconclusa América de Franz Kafka, fue premiada por el International Theatre Institute, y este año volvió a escena en el marco del ciclo de música contemporánea del Teatro San Martín, en Buenos Aires. Nonsense y Süden, ensambles de alto nivel vocal e instrumental, respectivamente, se hicieron cargo de la música nuevamente, con dirección musical de Valeria Martinelli y puesta en escena de Walter Jakob.
En su prólogo a la novela, Borges dice que Kafka “redactó sórdidas pesadillas en un estilo límpido”, descripción que le cabe muy bien a esta ópera. La claridad y el empuje de la obra no contradicen el clima opresivo y motorizan una suerte de infierno carnavalesco. Franciosi ha destacado la idea del objet trouvé para la composición de esta obra, y sus objetos fueron las bocinas y los megáfonos, feroces e invasivos sonidos de la ciudad, pero también de los actos masivos, metonimia del ruido ensordecedor de la locura colectiva. El compositor recorrió locales de la avenida Warnes buscando bocinas con distintas sonoridades: melodías, intervalos, arpegios; a partir de ese material sonoro, desarrolló gran parte del material musical, profundizando la técnica del objeto encontrado (objeto musical añadido a un objeto material) y dando coherencia a la paleta de la obra.
Con una puesta sobria y oscura, la obra acompaña a Karl a reclutarse en un teatro que funciona como alegoría totalitaria y que termina exterminando a todos con gas mientras cantan un himno al trabajo, un final agregado que parece subrayar la lectura retrospectiva que el siglo XX hizo sobre Kafka.
El Gran Teatro de Oklahoma (2010), libro de Diego Cosín y Marcos Franciosi a partir del capítulo homónimo de América, dirección escénica de Walter Jakob, dirección musical de Valeria Martinelli, interpretada por Nonsense Ensamble Vocal de Solistas y Ensamble Süden, XVII Ciclo de Conciertos de Música Contemporánea, Teatro San Martín, Buenos Aires, 20 de noviembre de 2013.
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