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“¿Ves?”, pregunta la voz del cantante al final del tema “Fuxon”. Mezclas de reggae, funk, hip hop y techno invaden el primer LP de Eric Mandarina y su ensamble The Fuxons, compuesto por Maximiliano Borovicka, Ary Lacanna, Ignacio Pires, Nicolás Cooper, Isaías Maiola, Pablo Ferrari, Sol Varak y Camila Bottarini. La personalidad sonora de Error se distingue por un virtuoso uso de la guitarra criolla (como melodía y percusión) que, junto con el beatbox, reemplaza a la batería en casi todas las canciones. De ahí que los sonidos se vuelvan cada vez más peculiares: vidrios que se rompen, fragmentos de una carta en alemán que culmina en emotivos gritos, silbidos que emulan pájaros, programas de radio falsos y otros verdaderos (o cuando menos convincentes), el ruido estereotipado de piñas, ese típico personaje porteño que circula en su camioneta con un megáfono comprando aparatos electrónicos y el irritante sonido que todos conocemos por su aparición junto con el mensaje de error en la computadora. Es decir, ruidos más que sonidos, que sorprenden por la cómoda fluidez que tienen en el contexto de las composiciones de Mandarina. Ruidos que usualmente interrumpen el flujo tranquilo de la vida y que aquí parecen trascender esa dimensión negativa para cobrar un lirismo propio.
Al mix ecléctico de sonoridades se agregan letras de imágenes sueltas, fragmentos de diálogos y juegos con las palabras que le brindan a la música un elemento onírico, contrastante con los ritmos vitales de la música. Son canciones extremadamente visuales, pero que nunca pintan el cuadro completo, invitando al oyente a rellenar los espacios vacíos con su imaginación. Recuerda los rituales prehispánicos en Chavín de Huantar, donde el pueblo sólo podía ver el ritual que practicaban los sacerdotes chamánicos en el ojo de su mente, guiados por fuertes sonidos y vagas imágenes alusivas.
El componente visual cobra un lugar hegemónico en los conciertos de Mandarina, que va desde el inconfundible estilo escénico del artista con su mameluco naranja, hasta ciertos movimientos calculados que hace el ensamble. La complementariedad de lo visual y de lo sonoro, tan fuerte en sus conciertos, logra incluso efectos de sinestesia, que se pierden un poco en el medio puramente auditivo del CD. Esta simbiosis entre lo visual y lo auditivo, el artista la denomina su estilo “fusión tecno-teatral auto-repetitiva”. Es remarcable la última palabra, porque se refiere al método exclusivamente analógico de producir los sonidos en la componente de beatbox. Es decir que no usa ningún tipo de tecnología electrónica para los efectos sonoros del tecno, creando así una especie de tecno analógico, por más oximorónico que este concepto pueda parecer.
Eric Mandarina, Error, 2015.
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