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El domingo 23 y el lunes 24 de noviembre, Indie Folks llevó a cabo la primera edición del festival Music Wins. Orgullosos de prescindir de sponsors en el nombre del evento, los organizadores apuntaron a un elenco renovador de bandas y DJ locales y extranjeros. Y aunque los puntos más visibles fueron, seguramente, las actuaciones de Tame Impala y Mogwai en la segunda noche, el domingo subió al escenario Mandarine Tent una de las bandas más interesantes del pop británico: Metronomy.
Liderada por el cantante, guitarrista y tecladista Joseph Mount, que también firma sus remixes con el nombre de la banda, Metronomy continúa presentando Love Letters (2014), su último álbum, sin dejar de visitar canciones de sus anteriores Nights Out (2008) y The English Riviera (2011).
La voz de Mount, de reminiscencias soul, dialoga con los coros de Oscar Cash y Anna Prior, la excelente baterista de la banda que, en varias canciones, delega su rol al sonido de alguna caja de ritmos. El bajista Gbenga Adelekan, sólido y energético en escena, y los sintes de Cash, un “quinto Metronomy” que los acompaña en la gira, y el mismo Mount, completan la paleta.
La música de Metronomy se va construyendo sobre materiales tenues. Armonías que pivotean sobre dos acordes, sintetizadores opacos, de timbre definido, poca reverberación, loops sencillos de sonidos primarios, sin variaciones. Sobre esa intimidad estacionaria inicial, sin embargo, enseguida el tiempo comienza a caminar, a transformarse, porque en definitiva son canciones, muy bien escritas, y sobre todo muy bien puestas en marcha. “Monstrous”, “The Look” o la instrumental “Boy Racers” crecen elemento a elemento, cada aparición expande el espacio sonoro de la canción, lo hace subir un escalón. No se trata de un proceso aditivo, de tipo minimalista, porque la articulación de frases y secciones es claramente de canción. Al contrario, aquellos materiales netamente persistentes, como la nota tenida en “The Upsetter” o el “shoop dub dub ah” y el “I’m Aquarius” del tema homónimo tienden a funcionar como fibra constitutiva de los momentos de clímax y no como movimiento inmóvil.
En vivo, un histrionismo contenido los uniforma, en fase con sus ropas iguales. Si el bajista y la baterista logran picos de energía, no sucede más allá de los límites de un posicionamiento escénico que se conjuga bien con el carácter de lo que suena.
“Componer una canción no es física cuántica”, dijo Mount a Los Inrockuptibles. “Pero pongo toda mi habilidad, como un artesano. En la vida, no soy muy concentrado ni muy meticuloso: todo eso está reservado para la música”. El cuidado del detalle es evidente en el sonido de la mayoría de sus canciones.
Siempre es bienvenida la música que, otra vez pero de un modo nuevo, postula más rastros para escuchar con menos materiales.
Metronomy, Festival Music Wins, Mandarine Park, Buenos Aires, 23 de noviembre de 2014.
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