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MÚSICA

Milton Nascimento tiene ochenta y un años y cree en la existencia de la vida en otros planetas. Es más: dijo haber tenido encuentros cercanos de tercer tipo en un túnel de Río de Janeiro. Un testimonio que deberíamos tener en cuenta a la hora de postular la posibilidad de que su voz venga desde muy lejos, de un otro lado inescrutable. “Milton es la fuerza más intensa de la creación musical brasileña en el mundo desde Carmen Miranda y la bossa nova”, sostiene Caetano Veloso. La de su amigo es una “existencia milagrosa” que debe siempre celebrarse, especialmente “por el significado intrínseco de su arte, cuyos misterios somos más capaces de contemplar”. Los enigmas más ocultos de la construcción de Brasil “están compactados en sus acordes con cuartas desconcertantes, sus ritmos equívocos, sus melodías sobrenaturales”. Sólo Caetano, otro gigante, puede poner las palabras más justas sobre Milton: “Su música y su persona contienen el alma del primer negro traído de África y del primer jesuita que pisó América. Podemos sentir todo lo que no podemos comprender”. esperanza spalding ha intentado acercarse a ese misterio guiada por su propio hacedor. El diario paulista Folha dijo que Milton + esperanza “es un buen disco para saborear despacio” y en ese elogio recatado (estamos frente a algo más importante) se esconde un problema de esta época: un reconocimiento de la dificultad para asimilar la hondura de las músicas que reclaman algo más que inmediatez.

Ahora bien, si aceptamos que Milton es de otro mundo, ¿cómo se ha relacionado la música anglosajona con tamaña alteridad? Wayne Shorter lo “descubre” en 1974 y se constituye en la columna vertebral de Native Dancer, donde participa también Herbie Hancock. Ambos imprimen su sello en el disco que Nascimento graba en 1976 en Estados Unidos, y del cual también participa Hugo Fattoruso. Sarah Vaughan, Pat Metheny, Paul Simon, Philip Bailey, Sting, Peter Gabriel, Jon Anderson, Mercedes Sosa se han rendido ante su música, lo que no siempre los llevó a establecer una relación de horizontalidad.

Permítanme una digresión al respecto, porque es un modo de ponderar Milton + esperanza. Corren los noventa y James Taylor se presenta en el programa televisivo de David Sanborn. Canta “Only a Dream of Rio”, una suerte de brasileñismo heredero de la mirada romantizada de un norteamericano sobre Brasil que tiene su antecedente en Carmen Miranda y Walt Disney antes de llegar a la “Garota de Ipanema”. Canta Taylor: “Extraño sabor de una fruta tropical / Lengua romántica de los portugueses / Melodía en una flauta de madera / Samba flotando en la brisa de verano, tómatelo con calma”. No es que el bueno de James quisiera apartarse de las prácticas multiculturales en boga, pero lo cierto es que, en aquella presentación ante la audiencia de Estados Unidos, Milton es relegado a un lugar de coreuta junto con otras dos voces. ¡Milton!, nada menos, cuando todavía sus graves y falsetes eran incomparables. Se mueve en silencio al compás de la canción, chasquea rítmicamente sus dedos y ese lugar es de una (seguramente inconsciente) verticalidad imperial. El blanco, un wasp progre y su primera voz frente a un acompañante subalterno, no cualquiera, para corroborar una vez más que cultura y natura nunca fueron ni son lo mismo. Para ser (un poco más) justos, cuando “Only a Dream of Rio” se escucha en Brasil, se truecan las posiciones: es Milton el que se pone al frente del grupo y del inglés de la canción se pasa al portugués en un maravilloso concierto de 1993 del cual participa además Jon Anderson, el cantante de Yes.

spalding es, por el contrario, parte de la mejor tradición que reverencia y comprende su inmensidad. Cantante, contrabajista y bajista, es una referencia del jazz estadounidense actual. Quedó deslumbrada cuando Shorter le prestó Native Dancer y conoce a Milton desde 2010, cuando lo invitó a participar en su disco Chamber Music Society. Juntos cantan en “Apple Blossom”. Después de su audaz Songwrights Apothecary Lab, grabado durante la pandemia, la contrabajista decidió retomar una complicidad a la distancia con Milton. Las canciones están a veces separadas por pequeños momentos que documentan la reunión. spalding carga alegremente el peso del disco sobre sus espaldas. Dosifica la voz de su compinche pero para seguir escuchándolo. “No es de extrañar que, a sus ochenta y un años, la voz de Nascimento ya no sea lo que era. Es más tranquila, más inestable y a veces se esfuerza por alcanzar notas que antes sobrepasaba. Sin embargo, conserva una calidez innegable. Está curtida, desgastada. Y proporciona una presencia reconfortante a lo largo del álbum, como la mano de un abuelo entre las tuyas”, dijo al respecto The New York Times.

La dupla va en busca de algunos viejos tesoros como “Outubro”, incluida en su disco Courage, de 1969, “Cais”, el segundo corte de Clube da esquina 1, o “Morro velho” de Travessia. Entre esos álbumes se publica Milton y allí, “Para Lennon e McCartney”, una declaración de amor a Los Beatles escrita desde el Manifiesto antropófago de Oswald de Andrade. “Soy de Sudamérica / Lo sé, no lo sabrán / Pero ahora soy un vaquero / Soy de oro, soy ustedes / Soy el mundo, soy Minas Gerais”. La canción de Lô Borges y Fernando Brant es un manifiesto dentro del manifiesto y ha acompañado a Milton, quien haría sus propias versiones de “Norwegian Wood” (un outtake de Minas, en 1975) y “Hello, Goodbye” (en Angelus, de 1993). Ahora con spalding eligieron un magnum opus Beatle como “A Day in the Life”, un objeto irreductible en sí a comentarios musicales pero que esta vez encuentra su razón sentimental y creativa. La sección intermedia, que en 1967 pagaba su tributo con las vanguardias académicas, se convierte en una transición más ecléctica y vigorosa para que, de inmediato, en el instante en que McCartney se despertaba del sueño (“woke up, fell out of bed”) la misma canción volviera a soñar, aunque esta vez con el George Gershwin de Porgy and Bess y luego retomar las mixturas en las que el pianista argentino Leo Genovese deja su marca.

Los momentos de revisita se complementan con las canciones en las que ya no es el pasado pensado, querido, sino la actualidad la que abre sus puertas para que spalding exhiba toda su vitalidad. “Wings for the Thought Bird” cuenta con la colaboración de la orquesta de Ouro Preto. Es una pieza de esperanza spalding avant la lettre pero también, fuera de foco, de Milton por el tipo de relación especular que plantea con el referente. La voz sin texto de Nascimento era el texto de su canto: puro significado, y de esa manera lo asume la norteamericana en ese corte. Lo suyo no es el scat, es la alegre conversión y el entendimiento.

Carolina Shorter, viuda del legendario saxofonista y uno de los mentores de spalding, participa en una versión de casi nueve minutos de “When You Dream”. Dianne Reeves, una destacada cantante de jazz, se suma en “Earth Song”, de Michael Jackson. Paul Simon se suma en “Um Vento Passou”, compuesta especialmente por Milton para el “amigo americano”, tan curtido y tan grande como el carioca que mejor explicó a Minas Gerais.

Milton Nascimento / esperanza spalding, Milton + esperanza, Concord Records, 2023.

22 Ago, 2024
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