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Modernísimo se llama el disco del Quinteto Emedea que, desde París, ha reunido algunas de las grandes y poco visitadas piezas de Astor Piazzolla. El superlativo le hace justicia al CD y nos recuerda también que fue una exigencia programática del bandoneonista y compositor a fines de los años 50 y el primer lustro de los 60. Piazzolla construyó su propia modernidad en fase y desfasada de los grandes centro de irradiación cultural. Con el paso de los años fue quedando más claro que en sus modos de hacer y pensar se aunaban, además de un enorme talento y apego al tango, la astucia, el sentido práctico y la intuición. Piazzolla siempre supo y olfateó que abandonar el pulso por completo era una temeridad musical. El tiempo le dio en eso la razón.
Emedea está formado por el violinista Mathias Naon —hijo de dos destacados artistas argentinos residentes en Francia—, el franco-chileno Lysandre Donoso (bandoneón), Émilie Aridon Kociołek (piano), Adrien Merahi (guitarra eléctrica) y Lucas Eubel Frontini (contrabajo). Los integrantes del quinteto, a pesar de su juventud y de la distancia geográfica que los separa de Buenos Aires, dominan los lenguajes tangueros con gran soltura. Antes de llegar a Piazzolla participaron de la Orquesta Silbando, cuyo notable disco Mano sinistra homenajea bajo la dirección de Juanjo Mosalini los años de oro del género (Salgán, Fresedo, Arolas, Maffia). Modernísimo revive títulos paradigmáticos de Piazzolla como “Nonino”, “Iracundo”, “Tres minutos con la realidad”,“Introducción al ángel”, “Retrato de Alfredo Gobbi”, “Contrabajeando” y “Contemporáneo”. También están acá presentes arreglos de temas clásicos como “Los mareados” o “Quejas de bandoneón”. El verbo “revivir” no ha sido utilizado de manera accidental ni como una técnica resucitadora. Lo pondremos en oposición a otros usos irónicos del pasado. Pero no nos adelantemos.
Primero hay que decir que Piazzolla ha tenido una relación “instrumental” con la escritura, y es la que en parte le da sentido al CD: él cifraba en el papel aquello que luego enriquecería con los músicos de sus grupos, todos amplios conocedores de los estilos y las reglas del género. Entre esas partituras (cuasi bocetos) y los registros canónicos existe por lo tanto una brecha que nos informa de un modo de escribir y de escuchar. Lo que ha llevado a pensar que la música de Piazzolla sólo tenía valor en manos de Piazzolla. Donoso y Naon han desafiado la doxa. Transcribieron nota por nota, extrajeron de las grabaciones gestos, modos de articular y respirar, las aceleraciones y cadencias. El resultado es extraordinario porque recupera la potencia del proyecto piazzolliano no sólo en un disco sino también sobre el escenario (véanlos haciendo la más bartokiana de las obras de Astor). Lo que vuelve a través de ellos no es copia ni una relación en espejo con el original: reverberan ante todo la fuerza y actualidad de un repertorio. En ese sentido, el trabajo con la literalidad se distancia conceptualmente de lo que hizo en 2014 el grupo de jazz Mostly Other People Do the Killing cuando editó Blue. MOPDTK se propuso en ese CD reproducir “minuciosamente” y “nota por nota” Kind of Blue de Miles Davies, un disco que se había grabado en 1959 y del cual, valga la mención, Piazzolla tomó nota de inmediato porque estaba en esos momentos en Nueva York probando suerte. Algunos críticos de jazz calificaron a Blue de “ingenioso”. Otros lo consideraron “absurdo”. No faltaron las ponderaciones ni la perplejidad. Tracy McMullen, una saxofonista, compositora y autora del ensayo Haunthenticity: Musical Replay and the Fear of the Real (2019), ha detectado algo de chiste posmoderno y una sospecha hacia lo subjetivo en el disco de MOPDTK. Disco que, por otra parte, incluye como “transcripción” en sus notas internas fragmentos de “Pierre Menard, autor del Quijote”, de Borges. Esas palabras tomadas de prestado de la literatura argentina parecen ser apenas la “diferencia” más evidente e intencionada entre Kind of Blue y Blue. La ironía borgeana se basa en el reconocimiento de que nunca podremos volver a producir espontáneamente el Quijote. MOPDTK quiso reemplazar a Cervantes por el jazz. Un rezongo demodé, en cierto sentido.
Emedea no ha apelado al chiste virtuoso. Tampoco busca discutir con el mundo del tango con artificios conceptuales, entre otras cosas porque ese mundo casi no existe en Buenos Aires, salvo inspiradas excepcionalidades. Algo más nos está diciendo este disco: la vieja querella sobre el progreso y la reacción (en el tango y más allá) puede aspirar a nuevas síntesis a través de actos de arrojo creativo y deseos de supervivencia, también anclaos en París.
Quinteto Emedea, Modernísimo, Contratiempo / UVMdistribution, 2019.
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