Otra Parte es un buscador de sorpresas de la cultura
más fiable que Google, Instagram, Youtube, Twitter o Spotify.
Lleva veinte años haciendo crítica, no quiere venderte nada y es gratis.
Apoyanos.
“¡Soy el sexo quemado!” Con este verso se cierra “La juventud asesina”, un poema inédito de Luis Alberto Spinetta que hoy figura en la página 60 del catálogo de la muestra Spinetta: los libros de la buena memoria, organizada en Buenos Aires en la Biblioteca Nacional el año pasado. Por el poema desfilan pedos, sémenes y testículos, que no desentonan en una exhumación de caricaturas domésticas donde nunca falta un pene. Falofanía obscena, y al mismo tiempo tierna (en suma, infantil), del imaginario spinettiano más íntimo.
La lírica spinettiana fue interpretada, a favor y en contra, como un ejercicio de sublimación. Un proceso imaginario que avanzó hacia lo real ya en sus últimos años: frente a la muerte y el pasado pisado, se le opusieron la Eternidad y el Infinito; a la degradación corporal, unas cenizas volando sobre el río. Finalmente, es el juego dialéctico entre la acumulación metafórica de “Muchacha…” y la restricción metonímica de “Me gusta ese tajo”, el mismo que inspiró a Diego Capusotto para moldear a su Luis Almirante Brown.
Es el Spinetta Sublimado (desencarnado hasta elevarse como “Poesía”, alma o alba) el que cruza los puentes amarillos del excepcional tributo de Pedro Aznar. Aquí no hay falofanía: las inadecuadas puntas 3D del LP Artaud han sido emasculadas. Si algo queda claro –porque se extraña– en las cuidadosísimas reproducciones de Aznar, es cómo en las versiones originales se encarnaba la base pulsional en tanto vuelo lírico y toda búsqueda musical. Vamos a la “Cantata…”: la frase “platos de café” o el falsete que sigue a los “¡No!”, en la voz de Aznar, ejemplifican lo que diferencia una expresión de una vocalización. Un grito, de una nota alta. Llega a la nota: pero falta la profunda convicción que da sentir el sentido.
Ahora bien, ¿por qué Aznar tuvo que hacer “Sexo”, ¡justamente “Sexo”!? Ese “Amo tu sexo, mujer” no suena ni siquiera verosímil. “Sexo” no es el nombre de un albergue transitorio: la base pulsional empuja en cada fonema. Si un cover está logrado cuando no se siente como falta la diferencia con el original, ¿qué decir de esta recreación como balada jazzy de una de las canciones más eróticas de Jade?
No podemos negar que el concierto de Aznar en Plaza Italia llegó a tiempo, en un otoño imperdonable que a todos, a los que Spinetta cambió nuestras vidas, nos dolía. Pero ¿por qué insistir en tributos a un ausente cuando su vitalidad erótica no se ha apagado? Cuando supe de las insistentes falofanías en la Biblioteca Nacional, recordé la carcajada de Capusotto: habrá ahí menos solemnidad, pero profundamente más respeto por (y saber sobre) el legado spinettiano. Entonces, ¿y si entre la versión neuróticamente mimética de Aznar y la hipérbole psicótica de Capusotto, la justicia estuviera más cerca de la segunda? Es que ya no hay nada más que hacer con ese repertorio; disfrutémoslo y estudiémoslo en paz (o seamos realmente subversivos con su herencia, si las influencias no nos angustian). Spinetta no se reduce a un catálogo de buenas canciones: es el nombre de un meme, que ya se infiltró capilarmente en el rock argentino, a tal punto que aquellos rockeros que ni siquiera lo conozcan se verán influidos por él.
Pedro Aznar, Puentes amarillos. Aznar celebra la música de Spinetta, Tabriz Music, 2012.
“Todas las cosas que no tienen nombre / vienen a nombrarse en mí”, cantó casi con sentido irónico Gabo Ferro en su último disco, Su reflejo es...
Hilda Herrera festejó sus noventa y dos años con un nuevo disco. Y así nomás es es un trabajo de piano a cuatro manos con el pianista Sebastián...
Gloria Guerrero: ¿Estás viejo ya para ser maestro de escuela?
Charly García: No, los maestros de escuela son viejos.
Humor, junio...
Send this to friend