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Cualquier diccionario ilustrado que se precie de tal debería incluir el retrato de Van Dyke Parks acompañando las palabras “genio” e “idiosincrásico”. Ambos términos le han sido aplicados reiteradamente (hasta hay un compilado titulado Idiosyncratic Path, aunque a él ese adjetivo le parezca facilismo crítico); hombre de múltiples talentos pero, en esencia, como Charles Ives y Frank Zappa (VDP fue un temprano y efímero integrante de los Mothers), un músico inequívocamente norteamericano.
En 1967, tras abandonar el proyecto a la deriva Smile, para el que había escrito las letras de las canciones más complejas de Brian Wilson, Parks grabó Song Cycle, un disco en cierto sentido más meritorio que Smile –por el simple hecho de haber sido terminado–, donde ofrecía su propia visión de esa entelequia que es el concepto de Americana. Con su mezcla saturada de reverberantes ideas, Song Cycle es una referencia para artistas como Animal Collective o Grizzly Bear, y hoy le permite continuar con su trabajo de arreglador en discos notables de gente como Joanna Newsom e Inara George.
Song Cycle incluía como pun un tema, “Public Domain”, firmado por él, y otro, “Van Dyke Parks”, acreditado al dominio público. Ahora, en otro juego de sentido, Songs Cycled, con la pintura de una señorita en bicicleta como portada, es un álbum que reúne seis simples editados en vinilo entre 2011 y 2012. Aunque producto de un compromiso (su idea era limitarse al single 45 rpm, apuntando al nuevo nicho audiófilo), el resultado es un disco lleno de viñetas, donde mandolinas, ukeleles, acordeones, armónicas y steel drums conviven con una orquesta de cámara y muchas voces (entre ellas, la de Inara George).
Canciones e instrumentales, material propio y arreglos: todo suena a VDP. “The Parting Hand” es un himno cristiano a capela que desemboca en una cinematográfica excursión orquestal (Parks este año también editó Super Chief, una suite construida a partir de su música para cine). Otro himno contribuye al tema célula de “Amazing Graces”, justo cuando parecía que esa melodía no habilitaba ninguna nueva mutación.
“Money is King”, viejo calipso al que agregó letra adicional, es una de varias canciones con comentario social –9/11, Katrina, especulación financiera, guerra en Irak– que en ningún momento caen en el panfleto. Allí, la voz de Parks –aunque menos aniñada, casi la misma de 1967– se escucha como la versión más gentil de Bob Dylan (chequear en YouTube a ambos junto a Ry Cooder interpretando a Woody Guthrie en 2009), otro artista que sabe hacer presente con el pasado.
El ayer está de manera más explícita en tres temas. “Aquarium” es la grabación de 1971 de un arreglo para la Esso Trinidad Steel Band (VDP es también un pionero de la world music bien entendida, sin etnocentrismo); “The All Golden” revisita una de las joyas de Song Cycle y “Hold Back Time” es una nueva versión de una de las canciones de Orange Crate Art, el disco de 1995 que contribuyó a la rehabilitación artística de Brian Wilson. En este caso, en otro pun, Parks pone una síncopa en la palabra “time”, efectivamente reteniendo el tiempo. Y es que de alguna manera el tiempo, con tanto reconocimiento tardío, está de su lado.
Van Dyke Parks, Songs Cycled, Bella Union, 2013.
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