Otra Parte es un buscador de sorpresas de la cultura
más fiable que Google, Instagram, Youtube, Twitter o Spotify.
Lleva veinte años haciendo crítica, no quiere venderte nada y es gratis.
Apoyanos.
Sin proponérselo, y quizá incluso contra su muchas veces escuchada voluntad, Mariano Mores fue el compositor “puro” del tango. Lo fue en el sentido de la escisión entre sus composiciones y sus ejecuciones. La música popular suele ser definida de muchas maneras, pero una de las más certeras es aquella que plantea el rol decisivo de la interpretación como gesto categórico. La “obra” popular se realiza en su performance. Buena parte del elenco de compositores de la historia del tango no sólo fueron directores y ejecutantes a secas, sino también sus propios directores y ejecutantes. No fue el caso de Mores. Desde luego, era un pianista competente, pero tanto sus arrebatos a lo Liberace como su sentido espectacular de la orquesta solían poner a prueba la belleza concisa de sus melodías, el refinamiento de sus enlaces armónicos —gran “modulador”, gran gambeteador de las armonizaciones fáciles— y, en fin, el pathos conmovedor de su vena lírica, heredera virtuosa del tango romanza.
En Tanguera, grabado en vivo en la Usina del Arte en septiembre de 2017, el valioso Diego Schissi dejó por un momento su plan autoral de lado para meterse en el mundo Mores. Por supuesto, no alteró las melodías originales, sino que más bien las ubicó en texturas cambiantes, de un dinamismo sorprendente: fugados, contrapuntos, duplicaciones (las clásicas “variaciones” de los bandoneones de antaño) o diálogos dentro de la sonoridad del quinteto. Sólo por momentos, como en el brillante final de “Cafetín de Buenos Aires” cantado por la invitada Micaela Vita y el bandoneonista Santiago Segret, el dibujo melódico original altera su trazo tras un intervalo inesperado. Otras veces, la disrupción viene por el lado del ritmo: las acentuaciones díscolas de “En esta tarde gris” envuelven puntillosamente la voz acriollada de Nadia Larcher. Esquivo a quedar fijado en un único procedimiento, Schissi hizo de Mores una especie de suma del saber tanguístico cruzado con la música académica moderna. Si en el comienzo de “Tanguera” se percibe cierta influencia de los Postangos de Gandini, en el melancólico solo de “Luces de mi ciudad” (¡no es de Chaplin sino de Domingos para la juventud, tan insólitas pueden ser las vueltas de la cultura popular!) el pianista optó por un estilo rapsódico. Al mismo tiempo, la formidable cohesión de su quinteto amortiguó los riesgos del enciclopedismo musical. No caben dudas de que Schissi tiene gran olfato para saber en qué momento la cultura se convierte en culteranismo.
“Taquito militar”, “Cristal” —tour de force de Lidia Borda—, “Uno”, “Cuartito azul”, “Sin palabras”, “Gricel”, “Cada vez que me recuerdes”, “El firulete” y las ya mencionadas: las piezas de Mores corrieron las fronteras del tango-canción en época de pregnancia del bolero y los standards norteamericanos. Y de la influencia de Sergéi Rajmáninov en algunos repertorios de música popular. Quizá no todos supieron entenderlo así. Quizá el kitsch de Mores produjo malentendidos. Sin embargo, el más rupturista de la especie, Astor Piazzolla, puso en valor tempranamente algunas de aquellas creaciones. Recordemos sus versiones de “Uno”, “Cristal” y “Cafetín de Buenos Aires”. Que hoy Diego Schissi componga o —como en este caso— arregle en el formato favorito de su admirado Astor no es casualidad. Y quizá tampoco lo sea la fascinación de ambos por la música de Mariano Mores.
Diego Schissi Quinteto, Tanguera. La música de Mariano Mores, Guillermo Rubino (violín), Santiago Segret (bandoneón), Ismael Grossman (guitarra), Juan Pablo Navarro (contrabajo) y Diego Schissi (piano), Lidia Borda, Nadia Larcher y Micaela Vita (voces invitadas), Club del Disco / Usina del Arte, 2017.
“Todas las cosas que no tienen nombre / vienen a nombrarse en mí”, cantó casi con sentido irónico Gabo Ferro en su último disco, Su reflejo es...
Hilda Herrera festejó sus noventa y dos años con un nuevo disco. Y así nomás es es un trabajo de piano a cuatro manos con el pianista Sebastián...
Gloria Guerrero: ¿Estás viejo ya para ser maestro de escuela?
Charly García: No, los maestros de escuela son viejos.
Humor, junio...
Send this to friend