When I Get Home

En la era del streaming, la flexibilidad de un músico para experimentar con distintos géneros o estilos se traduce en la cantidad de playlists de Spotify en la que es capaz de entrar. Artistas pop como Drake o Ariana Grande estructuran el tracklist de sus discos para que cada canción pueda satisfacer a un nicho de mercado distinto, e incluso la cantidad de colaboradores en sus discos hacen que se sientan como playlists. En su nuevo disco, Solange Knowles (Texas, 1986) rescata una explicación más artística de la versatilidad. “I can’t be a singular expression of myself,” confiesa al comienzo del álbum, “There’s too many parts, too many spaces, too many manifestations…” [No puedo ser una expresión singular de mí misma / Hay demasiadas partes, demasiados espacios, demasiadas manifestaciones]. Las canciones de When I Get Home forman un collage de hip-hop, jazz, pop y r&b, un popurrí que refleja el proceso de grabación del disco en distintas ciudades del mundo. When I Get Home es también un disco coral con apariciones de músicos de todo tipo. En el streaming, la colaboración entre músicos también ha devenido solo un feat. en búsqueda de popularidad y reproducciones. En cambio a Solange le interesa un uso más genuino de la colaboración artística. Sus canciones admiten a raperos populares como Playboi Carti y Gucci Mane, pero también a artistas de culto como Panda Bear y el tecladista John Carroll Kirby. Cada uno suma un detalle: puede ser un verso en segundo plano, como le pasa a Tyler, the Creator en “My Skin My Logo”, o los coros escondidos de Panda Bear en “Time (is)”.

El concepto que une las canciones de When I Get Home es la comodidad de llegar a casa y la libertad de ser uno mismo en su hogar. Los músicos que participaron en las grabaciones cuentan sobre las salas de ensayo caseras que armaron en Airbnbs de Jamaica, Los Ángeles y Lisboa, y la importancia de la ambientación para Solange, quien decoraba los estudios con velas, agua Florida y posters de cowboys y crop circles para inspirarse. En estos departamentos hechos estudios, la artista priorizaba conceptos intraducibles al castellano como los feels, el vibe, el groove y el flow, estimulados por la improvisación y el relajado clima hogareño. Por eso When I Get Home y el corto que acompaña al álbum se sienten como mood boards, obras deconstruidas que yuxtaponen imágenes y combinan grabaciones caseras con ensayos y demos. En “Things I Imagined”, la apertura del disco, Solange repite “I saw things I imagined” como probando un mantra en distintas entonaciones sobre una base de sintetizadores que la siguen. El ensayo y error también aparece en canciones como “Stay Flo” y “Jerrod”, repitiendo ideas vocales cortas mientras la banda entra y sale del loop como si fuera un ensamble de jazz.

Es un acercamiento distinto al de su disco anterior, el impecable A Seat at the Table de 2016 que le ganó el respeto de la crítica y la despegó de ser “la hermana de” la otra Knowles (sí, Beyoncé). En ese sentido When I Get Home viene a ampliar la grieta estética entre las hermanas: si la Queen Bey es conocida por sus canciones imponentes y producciones maximalistas, Solange se corona con un disco introvertido y relajado. When I Get Home encuentra una hermandad más cercana en los trabajos de artistas pop ligeramente alternativos como Tyler, the Creator, Blood Orange y Frank Ocean, que escapan del star-system de Spotify y de la omnipresencia del trap, para crear discos en los que guían la experimentación y la originalidad.

Solange, When I Get Home, Columbia, 2019.