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Poco sabemos de la obra de Alicia Mihai Gazcue a través de su autora. En sus escuetas pero definitivas declaraciones se presenta como “una artista política un poco retro” y confiesa no estar segura de si la alimenta el cinismo o el humor, pero da una clave de lectura para sus series más enigmáticas: “Los títulos son absolutamente fundamentales”.
En su mayoría carbonillas sobre tela o papel que emulan el efecto del “fuera de foco” fotográfico, sus series “Abalorios”, “Sucesos” y “Negociaciones”, sobre todo, han sido vinculadas a algunas vertientes tardías del pop y emparentadas con la pintura del alemán Gerhard Richter. A pesar de su aire anacrónico, se trata de una obra que elabora estrategias y tópicos propios del arte crítico e incluye en algunas series cuestiones relativas a las minorías culturales y de género. Pero su cualidad política no contradice una delicada manualidad y una inclinación a la ternura y la nostalgia que hasta parece ingenuidad. Y es que Mihai Gazcue no trabaja desde una perspectiva profesionalista de la historia del arte, sino a partir de un extraño cruce entre su historia de militante política y exiliada sudamericana, y un conocimiento íntimo de los materiales que guarda la Biblioteca Mayor de la Universidad de Bucarest, donde trabajó como archivista jefe hasta mediados de la década del noventa, y de donde extrajo las imágenes que inspiran muchos de sus dibujos y pinturas.
“Conocimos a Alicia en Cuba en 1990, el mismo año en que nos conocimos nosotras”, comentan las artistas Liliana Porter y Ana Tiscornia interrogadas sobre Mihai Gazcue. “Fue invitada a hacer una muestra en Cuba el mismo año en que integrábamos el jurado de La Joven Estampa en Casa de las Américas”, explica Porter, “y allí vimos por primera vez su obra. Nos impresionó mucho porque de alguna manera tenía elementos con los que las dos nos identificábamos. En el caso de Ana, su vocación política y también el uso del fuera de foco. En mi caso, su reinterpretación de imágenes, entre poéticas y humorísticas, y la relación con el lenguaje medio magritteana. Siempre que veo su trabajo me viene a la mente algo relativo a las fábulas con moraleja o a las ‘adivinanzas o charadas’, esas adivinanzas visuales que venían en el Billiken”. Y agrega Tiscornia: “Su relación con el pop es bastante curiosa. Lo homenajea pero también lo somete a examen con una mirada crítica, como devolviéndole la ironía por una suerte de efecto boomerang. En realidad, nos interesó mucho como artista política. Un peligro del arte político es la literalidad y su obra evita ese riesgo de una manera poética y abierta. A pesar del potencial cinismo de las imágenes, hay una cuota de fe en la capacidad del arte para problematizar el mundo contemporáneo”.
Alicia Mihai Gazcue estudió filosofía y literatura en la Facultad de Humanidades de la Universidad de la República de Montevideo, donde fue alumna predilecta de Ángel Rama. Militó activamente en el MLN y en 1973, como consecuencia del golpe de Estado, tuvo que dejar el Uruguay. Después de vivir un año en Suecia se radicó en Bucarest, país de origen de su familia. Desde mediados de la década del ochenta trabajó en el archivo de la Biblioteca Centrala Universitara Carol, institución donde a partir de la caída de Ceaucescu, funda la cátedra de Estudios Postcoloniales. Es durante su exilio rumano cuando comienza a interesarse por el mundo de las imágenes, sobre todo fotos e ilustraciones antiguas halladas durante sus investigaciones en la Biblioteca. Con el tiempo, desarrollará y refinará una técnica de trabajo con carbonilla que cohesiona la imagen en un efecto perfecto de fuera de foco y ampliará su repertorio incluyendo fotos e ilustraciones provenientes de su Uruguay natal. La contundencia de su trabajo, sin embargo, radica en ir más allá de la nostalgia o, en todo caso, en usar la nostalgia para interrogar el presente.
Imágenes [en la edición impresa]. Alicia Mihai Gazcue, Paradigma (1995), en tapa; Manteca (1999), p. 5; Agenda (2003), p. 6; Sucesos IV, (1999); Abalorios II (1999), p. 7.
Alicia Mihai Gazcue (Montevideo, 1943) vive y trabaja en Bucarest. A fines de 2008 el Museo de Bellas Artes de Montevideo exhibirá una exposición retrospectiva de su obra.
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