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Aunque en la portada de este sugerente libro aparece el nombre de un único autor, Antoine Volodine, en su portadilla queda claro que se trata de una obra colectiva, escrita por Lutz Bassmann, Ellen Dawkes, Iakub Hajjbakiro, Elli Kronauer, Erdogan Mayayo, Yásar Tarchalski, Ingrid Vogel y el mencionado Volodine. En la sonoridad y la etimología de esos nombres y apellidos se cifra la clave de la propuesta. El manifiesto en clave revolucionaria sólo puede ser enunciado colectivamente. Lo post-exótico, en el marco de la literatura francesa en que se publica originalmente el volumen, sólo puede ser coherente si los nombres de sus agentes, el asa visible de sus biografías, no son solamente franceses. Volodine, de hecho, es el pseudónimo más habitual de un autor que también ha firmado obra con los de Kronauer, Draeger y Bassmann. Un autor que, como Fernando Pessoa, Pascal Quignard o César Aira, ha convertido la poligrafía en parte de su poética. Y que, tras dedicarse a la docencia del ruso, decidió cambiar de dirección y escribir literatura francesa como si fuera un autor extranjero.
En El post-exotismo en diez lecciones. Lección once nos entrega un críptico manual de instrucciones, pero manual de instrucciones al fin y al cabo, para abordar la compleja topografía que ha ido tejiendo su autor en más de cuarenta ficciones (en castellano sólo encontramos dos de sus novelas, Solo de viola en Adriana Hidalgo y Ángeles menores en Berenice). Lo más parecido que encontramos a una definición del concepto que da título al libro es: “una construcción relacionada con el chamanismo revolucionario y con la literatura, con una literatura manuscrita o aprendida de memoria y recitada, porque algunas veces, durante largos años, la administración nos prohibía poseer soportes de papel; es decir, una construcción interior, una base de repliegue, una secreta tierra de asilo, pero también algo ofensivo que participara en el complot que algunos individuos emprendían a mano limpia contra el universo del capitalismo y contra sus innumerables ignominias”. Es decir, en una atmósfera totalitaria, en una sucesión de relatos que intentan imaginar la revolución, la literatura tiene una función de resistencia política que recuerda a Osip Mandelstam y Paul Celan, pero en el contexto del neoliberalismo actual.
Compuesto por biografías, bibliografías, cuentos y digresiones teóricas, el volumen es al mismo tiempo una genealogía y un manifiesto. Organiza la producción del autor, aludiendo a Ángeles menores como al relato fundacional, e interpreta la nube de heterónimos como la estrategia para llegar a un “supranarrador” que se eclipsa y muere, porque entiende la literatura como contraseña y exilio. Se manifiesta a favor de una escritura radical y compleja, falsamente colectiva pero que defiende la creación colectiva, ciencia-ficción poética, que se piensa a sí misma como continuidad. El post-exotismo… es una de sus piezas en marcha. Quién sabe si su puerta de entrada o de salida.
Antoine Volodine, El post-exotismo en diez lecciones. Lección once, traducción de Iván Salinas, Sur+, 2015.
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