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¿Por qué debe avanzar el amor? ¿Avanzar hacia dónde? Estas preguntas que se plantea Leah Hanwell, una de las protagonistas de la nueva novela de Zadie Smith, son el eco amplificado, la hipótesis que parafrasea, la cuestión que parece intentar resolver la autora con esta obra: ¿por qué debe avanzar una novela? ¿avanzar hacia dónde? Leah es una descendiente de irlandeses que, al igual que los otros tres protagonistas, Keisha/Natalie, Felix y Nathan, ha crecido en el noroeste de la capital inglesa, en un barrio de protección oficial con altos índices de multiculturalidad. Leah tiene más de treinta años y trabaja en una oficina de la seguridad social, rodeada de mujeres de ascendencia afrocaribeña que todo el tiempo le remarcan su posición privilegiada por haberse casado con Michel, un soltero codiciado de ascendencia francófona. Mareada por una crisis de la mediana edad, Leah les miente a todos y en especial a sí misma. Keisha, su mejor amiga del instituto, de ascendencia también afrocaribeña, es el ejemplo del inmigrante que se ha hecho a sí mismo: abogada de éxito con una carrera impecable y que, además de aplacar su exotismo cambiando su nombre por el de Natalie, se ha casado con un abogado italiano de clase alta con quien tiene dos hijos estupendos. A estas dos historias se suma un día en la vida de Felix, un joven que fue abandonado por su madre, y en la de Nathan, un ex yonqui que procura no volver a caer. Sus intentos de alcanzar la felicidad obligatoria que el espejo deformado de la sociedad les devuelve son relatados con la pericia de Smith para mostrarnos las grietas que vertebran las relaciones personales. Y así es como la autora nos lleva de la mano por las angustias y los fracasos de estos treintañeros con ansiedad y mala conciencia de raza y de clase, en todo lo cual se hace evidente su propia experiencia biográfica. Dividida en los cuatro conceptos de la ética griega clásica (“Visitación”, “Invitado”, “Anfitriona” y de nuevo “Visitación”) y escrita con una técnica fragmentaria, joyceana, plagada de monólogos interiores, flujos de conciencia y ejercicios experimentales de estilo, la novela de Smith amplifica la vibración interior de cada uno de estos personajes. Sin embargo, como profundos admiradores de la sólida aleación de lo clásico y lo (pos)moderno en la estructura de novelas tan compactas como Dientes blancos (2000) y Sobre la belleza (2005), leímos esta obra más como un detallado boceto de varias novelas que como una unidad con una clausura final. Como si, además de sumergirnos en los claroscuros de la conciencia de sus personajes, justo en el momento en que comenzamos a vislumbrar la orilla opuesta, Smith nos soltara las manos y nos dejara flotando a la deriva, sin responder a esa pregunta-espejismo que nos obligaba a seguir nadando: ¿por qué debe avanzar una novela? ¿avanzar hacia dónde?
Zadie Smith, NW London, traducción de Javier Calvo, Salamandra, 2013, 384 págs.
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