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Pocos rostros tan hipnóticos como el de Samuel Beckett. Los surcos pronunciados de las arrugas, el penacho eléctrico de los cabellos, el ceño fruncido, la mirada severa y cristalina. Ese semblante apergaminado solía, sin embargo, distenderse en una sonrisa tímida y su estampa imponente, desarticularse como un muñeco. De esto dan fe quienes lo conocieron. Recordando a Beckett reúne una buena cantidad de testimonios de amigos y allegados más o menos cercanos al autor. El libro, publicado en su idioma original en conmemoración del centenario del natalicio de Beckett (1906), reúne material descartado de la exhaustiva biografía Damned to Fame: The Life of Samuel Beckett del propio James Knowlson, aportes inéditos para esta edición y un muestrario de fotografías. El material se ofrece “sin mediaciones”, lo que tiene la ventaja de sortear la visión de conjunto y ofrecer distintas miradas sobre la vida y obra de uno de los escritores que marcaron el siglo pasado y lo que va de este. Y si bien no deslumbra con hallazgos fulgurantes, no faltan las anécdotas que dispara el roce con una figura de tal fuste. El Beckett deportista todoterreno. El enclenque aquejado de temores varios. El devoto de Schubert, excelente tenor y pianista de método. Discusiones con mamá May y caminatas interminables con su padre. El profesor Beckett, taciturno y atormentado, deseando estar en otro lugar. Apariciones fantasmales en los ensayos. Desencuentros con actores. Beckett de espaldas al escenario controlando la velocidad de los parlamentos, la duración de las pausas. Obsequios a los hijos de amigos y conocidos. Su proverbial puntualidad. Su corrosivo sentido del humor. Haciendo amigos como ronchas. Austero hasta el desprendimiento. Perlitas sobre poetas: “Rimbaud arponeaba sus símiles, pero Verlaine los pescaba con red”. Sobre la influencia de Joyce: “Me di cuenta de que mi propio camino estaba en el empobrecimiento, en la falta de conocimientos y en quitar, sustraer más que agregar”. Sin embargo, es un detalle arquitectónico el que ilustra su ars poetica: en respuesta a qué es lo que más le gusta de Berlín, Beckett responde “los espacios entre las casas”. De minucias como estas Recordando a Beckett está repleto y cada una disputa un lugar en el recuerdo. Considerando lo poco afectos al diálogo que se muestran sus personajes, generalmente enfrascados en un soliloquio desatado, no es de extrañar que Beckett haya sido reacio a entrevistas y a todo halago del nombre propio. No era sólo por timidez; tenía un programa: la intransigente búsqueda de la despalabra. Por eso es de agradecer que la perseverancia de Knowlson le haya robado algunas manchas a su silencio.
James Knowlson y Elizabeth Knowlson (eds.), Recordando a Beckett. Entrevistas inéditas con Samuel Beckett y testimonios de quienes lo conocieron, traducción de Elina Montes y Milita Molina, Editores Argentinos, 2018, 396 págs.
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