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Casi a la mitad del cahier intime de Gustave Flaubert se puede leer esta reflexión: “Hay dos tipos de vanidad: la vanidad pública y la vanidad privada que llamamos buena conciencia, respeto humano, autoestima; hasta tal punto es cierto que existen en cada hombre dos hombres, el que actúa y el que critica”. La declaración en particular resume parcialmente el espíritu de Recuerdos, apuntes y pensamientos íntimos, un libro hecho a partir de retazos de escritura en los que se asiste a la progresiva madurez, tanto biológica como estilística, del autor de La educación sentimental. Así, por ejemplo, viajamos de reflexiones propias de un adulto novicio (“Escribo estas páginas para releerlas después, en un año, en treinta años. Esto me traerá de nuevo a mi juventud, como un paisaje que uno quiere volver a ver y al que uno regresa”) a reflexiones de tipo teóricas (“El arte dramático es una geometría que se habla en música”), terminando por construir un sistema de anotaciones que se parecen más al aforismo (“La civilización es una victoria contra la poesía”).
Pero si antes decíamos que la reflexión del francés resumía de manera parcial el funcionamiento del libro, del otro lado de la escala se inscriben, a su vez, datos y detalles de su singular concepción del mundo; así nos vamos enterando de los vaivenes amorosos (del amor sublime al desprecio) que Flaubert siente por los animales, de la admiración que profesa por Nerón, de su negativa posición frente a la emancipación de los negros y las mujeres, de su desinterés por la política y de una rara concepción de sí mismo a través de sus vidas pasadas (“Mi persona actual es el resultado de mis personalidades desaparecidas”). Todo esto le da al conjunto un matiz que ayuda a acceder a las diferentes caras de una biografía facetada.
Se comparte la observación que hace Matías Battistón —cuya traducción, anotaciones al pie y prólogo resultan brillantes cada una a su modo— acerca de una improbable revisión que haya hecho el Flaubert adulto de estos escritos: a pesar de ser otro, es también el mismo y ese eco de juventud bien pudo haber resonado en la arquitectura mental de ese hombre virtuoso, “el mítico, para quien la decisión de una palabra era la decisión de un destino”. En todo caso, la lectura de estos apuntes genera en el lector del presente la apertura necesaria para la consideración de una ars poetica bastante lejana, pero que paradójicamente está siempre por venir.
Gustave Flaubert, Recuerdos, apuntes y pensamientos íntimos, traducción y prólogo de Matías Battistón, Interzona editora, 2018, 84 págs.
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