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Somos luz

Gerda Blees

OTRAS LITERATURAS

Inspirada en la noticia del fallecimiento de una mujer en una comunidad de Utrecht (Países Bajos) durante el verano de 2017, Gerda Blees (1985), escritora y poeta neerlandesa, aborda en Somos luz —su primera novela— un tema tan perturbador como complejo. Para distanciarse del registro documental, Blees aclara que nunca tuvo contacto con las personas involucradas y que su objetivo no es hacer declaraciones sobre los hechos. La historia que escribió, dice, es fruto de su imaginación y debe leerse como ficción.

Elisabeth, integrante del grupo espiritual “Sonido y Amor”, muere después de dejar de comer, convencida de que podía vivir sólo de la luz, el aire y el amor. Esa muerte es el punto de partida de la novela, que comienza con la detención de sus tres compañeros de comunidad —Melodie, Muriel y Petrus—, sospechados, si no de matarla, de haberla dejado morir. Desde tradiciones religiosas y espirituales –prácticas ascéticas que van del hinduismo al cristianismo pasando por el budismo– hasta iniciativas de movimientos esotéricos y místicos, los antecedentes de la inedia –práctica basada en la abstinencia de alimentos durante períodos prolongados– son muchos, y aunque parece haber diferentes argumentos, lo que sobrevuela, en todos los casos, en esta forma radical de renuncia, es una misma idea: el sacrificio como vía hacia la purificación del cuerpo y el alma.

“Somos luz / Somos amor / Somos sonido en todos lados / Somos células llenas de vida / Somos nada / Somos todo”. Con esa consigna tan magnética como vacía, que aparece repetida como un mantra a lo largo de la novela, Melodie, la líder de este grupo, reafirma el sentido de la cruzada. La ecuación es tan simple como efectiva. De un lado, Melodie, una figura con aires mesiánicos y un notable poder de persuasión, y del otro lado, Elizabeth, Muriel y Petrus, tres personas frágiles y desencantadas, ansiosas por volver a creer en algo. Un vínculo a todas luces asimétrico en el que está todo dado para que prospere “Sonido y Amor”, una comunidad que, a partir de una búsqueda espiritual, termina en un trastorno generalizado de alimentación que deviene en una especie de psicosis colectiva.

En cuanto a su estructura, esta novela merece un párrafo aparte. Los capítulos, breves y dinámicos, asumen, cada uno, un punto de vista diferente. Puntos de vista que, además de personajes (vecinos, padres, hermanos), van de objetos (una lapicera, una juguera, un par de medias) hasta conceptos abstractos (la duda, la disonancia cognitiva, la resistencia), lugares (la noche, la casa, la web) e imágenes sensoriales y simbólicas (olor a naranja, una mariposa, la luz). Puntos de vista audaces que, en la reconstrucción de los hechos que hace Blees, hacen las veces de testigos claves.

A partir de estas voces, la autora pone sobre la mesa los elementos que conforman el drama, intentando desentrañar la complejidad que hay detrás de las motivaciones de cada uno de los personajes involucrados. Y lo que expone va mucho más allá de lo anecdótico. Desde traumas infantiles subestimados y una educación nutricional endeble hasta falta de contención social en el marco de un sistema que, incluso en zonas del llamado Primer Mundo, se muestra desbordado. Un sistema que parece ser incapaz de hacer frente a aquello que no termina de entender del todo y que descarta problemas aparentemente menores —como un grupo de excéntricos que, por voluntad propia, decide dejar de comer—, lo que, en realidad, esconde un entramado más profundo.

Todos necesitamos creer en algo. Eso nos recuerda la novela de Blees. Por más absurda que nos resulte la idea de dejar de ingerir alimentos, por más cuerdos que nos creamos a la hora de prever el desenlace de este plan delirante –la desnutrición y la muerte–, mal haríamos en juzgarlo desde una postura de superioridad. En la vida, que siempre es más compleja de lo que parece, los conflictos rara vez tienen una sola dimensión, y en ciertas circunstancias, en la búsqueda de sentido, todos somos potencialmente vulnerables ante ideas que, vistas desde afuera, resultan impensables.

 

Gerda Blees, Somos luz, traducción de Micaela Van Muylem, Serapis, 2024, 202 págs.

27 Feb, 2025
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