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Un día de mucho calor en un campo de la costa galesa, un granjero sale a buscar una vaca preñada que se le ha perdido. El verano ha sido mezquino en lluvias, el perro debe ser sacrificado y otra vaca pare un ternero muerto que le recuerda los abortos espontáneos que han demolido a su esposa y la han alejado de él a una distancia imposible de acortar.
Tiempo sin lluvia es la ópera prima de Cynan Jones, conocido por ser el guionista de la serie Hinterland, y fue publicada en su lengua original en 2006. Su mayor logro es el tono sucinto y poético, seco como el paisaje que pinta, espléndidamente reproducido por Esther Cross. Con una prosa bellísima, que cuenta tan poco pero a la vez tanto, pinta el mundo áspero en un campo donde todo vive, muere y aun así resiste con un naturalismo que nos hace sentir el calor, la sequedad de la tierra y el olor salado del mar que se torna fétido por los patos que han invadido la costa.
El granjero tiene dos hijos: un adolescente que planea irse del campo en cuanto pueda y una nena que recibe al veterinario cuando llega para sacrificar al perro y la madre no puede levantarse de la cama debido a la migraña que la aqueja, síntoma de una vieja culpa.
La estructura fragmentada del relato, que segmenta las actividades de la granja y las peripecias de sus personajes, sugiere también la fragmentación del pensamiento, de la memoria y de la vida misma. Y altera el punto de vista, que salta de un personaje al otro (la vaca incluida), hasta en una misma página. En ocasiones esto desconcierta al lector, pero no le impide el deleite de la narración lacónica y lírica, así como confirmar que una historia siempre puede contarse desde distintas perspectivas.
En esa parcela del universo, narrada en presente pero que escarba en la memoria del granjero y de su esposa —y que hacia el final avanza hacia un futuro cercano y ominoso—, ambos sobreviven aunque se hieran mutuamente de ese modo tan “conyugal” en el que el otro es el culpable de todo, también de la propia angustia existencial. El día avanza y el granjero poco a poco se da cuenta de que evita encontrar la vaca de la misma manera que elude el conflicto con su esposa y fantasea con una tragedia que los sacuda y les haga darse cuenta de todo lo que podrían perder.
Esta narración reticente confía en que el lector podrá reponer lo que falta y muestra el aislamiento emocional que sufre un matrimonio que, al igual que la lluvia tan esperada, está sometido a fuerzas ajenas a su alcance.
Cynan Jones, Tiempo sin lluvia, traducción de Esther Cross, Chai Editora, 2020, 154 págs.
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