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Austria es un pequeño mundo donde el gran mundo hace sus ensayos. En la diminuta mazmorra de Amstetten hay función cada día, cada noche. Las funciones no se suspenden por ningún motivo. Dar a luz también es parte de la rutina cotidiana y la actuación. De hecho, aquí no hay más que actuación. No hay una Cortina de Hierro ni hacen falta barrotes o rejas de hierro dado que construimos una puerta de cemento entre dos paneles de acero, el cierre se mantiene firme, el equipo electrónico funciona incluso en el momento de reemplazar las baterías (debe de estar embutido bien abajo [ese enorme enchufe de la puerta,] una sola persona no pudo haberlo instalado), los barrotes son innecesarios cuando se instalan puertas de cemento, los barrotes permitirían una vista al exterior que, interrumpida constantemente, sería peor que la falta absoluta de luz; por lo tanto no se aplica en absoluto, para nada: entre los mil barrotes no hay un mundo. Aquí lo que cuenta es la palabra del Padre, quien de hecho ya es Abuelo, nada especial, existen los Padres y Abuelos en una sola persona, la Santísima Trinidad también existe, tres personas en una, aquí tenemos al Abuelo, que es todas las personas a la vez y el encargado de la palabra (excepto el televisor y la radio, permitidos allá abajo). Ni barrotes ni rejas de hierro hay aquí. Ni siquiera es posible ver nada del otro lado, a través de algo que permitiera mirar al exterior, ni ver el mundo. Ver el mundo es imposible desde el vamos, ni siquiera se ven mil franjas de mundo, no se ve absolutamente nada. El asiduo Amo también procuraba con empeño embellecer la mazmorra. Tal vez hasta le permitía a la hija caída en desgracia, la madre de sus segundos siete hijos (uno de ellos, cuando murió, fue “desechado” en la caldera, según un funcionario, ya no recuerdo cuál), participar en la elección de los colores de los mosaicos y demás equipamiento, tal vez le permitió emitir su opinión, yo no lo creo. Siempre comprábamos los productos en oferta, sin importar cómo fuesen. Acaso un milímetro de su poder fue cedido por este Padre y Abuelo concesionario, o Padre Electricista (no, él ni siquiera es dueño de esta concesión pero tenía genio para la inventiva este técnico electricista, al igual que Priklopil, un talento para la planificación y los remiendos), un poder tal vez perdido para el alegre ejercicio de la masculinidad si él la hubiera requerido; sin embargo, siempre tenemos acceso a nuestra masculinidad y por lo tanto en todo momento debemos poder tener acceso a nuestra femineidad, igualdad de derechos para todos, por ejemplo cuando en Tailandia uno quiere posar divertido ante la cámara la masculinidad se torna necesaria, masculinidad que queda bien guardada en la pequeña bolsita a cuadros bajo la gorda barriga al momento en que uno no quiere usarla, preservada para la anfitriona que le fue asignada y cuyo contenido puede variar, de la palabra a la carne y de la carne a la palabra. Hasta que uno quiera servirla y compartirla. Cualquier cosa puede caber en esta bolsita que es la pesadilla de los demás pero que se supone debería ser la gloria, el colorido y feliz repositorio de la desvergüenza, seguramente Dios, el Amo Abuelo y el Padre disfrutaban de sacarla. Él no conocía la vergüenza. En el minúsculo jardín viviente decorado con calcomanías y dibujitos infantiles (la actuación, según dije, sube a escena en lugar del ensayo porque ya no necesitamos ensayar, ya nos sabemos la pieza entera), él actúa, él puede actuar según le plazca, puede alterar la función de manera arbitraria dado que se trata de su propia función. La función de este Abuelo-Padrino que creó un espacio idílico, copia sin artificio del cuerpo femenino con sus muchos nichos y pasajes, no se puede ver desde ningún lugar a ningún otro lugar, no es ningún arte usar una cosa a modo de cuerpo femenino, ni siquiera si uno no cuenta con él, existen las muñecas inflables, las manzanas ahuecadas, animales, etcétera, pero hay un arte en crear espacios a la manera de una mujer y decorarlos con pequeños diseños, un templo, construido al solo fin de la lujuria del Padre, siempre listo, siempre preparado para recibir la presencia, que puede ser el cuerpo de una mujer mientras esta se quede quieta. La mujer (y los niños) son la única presencia que cuenta allá abajo. Tal vez ella se habría quitado la vida si no hubiéramos exigido su permanencia a fin de poder usarla. Aquel, él o ella, que no se quede quieto o que grite, es liberado y puede subir a la casa. Uno no aprecia la decencia, a veces la gente de Austria asegura que no quiere escenas. En público debe imperar la calma cuando el Padre no tiene tiempo, el káiser, el cardenal, el obispo de San Pölten en el seminario de sacerdotes, donde también los muchachos valen más que las mujeres. En 1848 hubo una rebelión pero no duró mucho y no se debe mencionar en 2008, año del aniversario.1 Las rebeliones no son muy populares y ni siquiera fueron conducentes, en 1938 los nazis fueron mucho más populares, la decencia al estilo de una rebelión no es muy popular aquí excepto cuando está dirigida contra el pueblo indefenso, en ese caso sí que volvemos a ser fuertes. ¿Qué fue lo que dijo el Canciller ayer? Dijo que Austria debe ser reconocida en el mundo por exportar y difundir la idea de las Aldeas Infantiles SOS, lleven esta idea a los cuatro puntos cardinales, corran, corran, ¿no pueden marchar un poco más rápido? Sin embargo, la idea ya está, llegó, corrió, me refiero a la idea de las Aldeas Infantiles. No, la mazmorra de Amstetten no era una aldea infantil, las aldeas infantiles están en otra parte, incluso en el extranjero, porque nosotros las exportamos, al menos la idea, y además tres niños no constituyen una aldea, de verdad era estrecho ese sótano, un poco más estrecho y no habría servido a los fines. Todo aquí en Austria es ensayo de algo que luego sucederá y, es evidente, ya estaba planificada la libertad para la pequeña familia del sótano, planificada de antemano. Al final del verano la hija habría sido rescatada de la secta fantasiosa y amorosamente devuelta al hogar y el lecho nupcial. Antes de que terminara el verano habría sido reinstalada. A la larga se le habría dificultado al Pater Familias reptar hasta allá abajo, ya no es un muchacho, ¿y qué pasa si me enfermo? ¿Y si quiero volver a Tailandia para ver otra concha y entrarle a esa? Siempre lo mismo, al final no funciona, se aburre uno, si ni siquiera la esposa alcanzaba y tuvo que ser reemplazada por su propia hija. Hijos. Dan Trabajo.2 Como máximo a los dieciocho de todas formas se mudan de la aldea de los niños a la que han sido asignados cuando no tienen a nadie y nadie los quiere (al menos es lo que yo pienso). La hija/ nieta de diecinueve años se prendió fuego en el sótano, se sacrificó por la familia. Puede morir, esa Juana de Arco, ya que no fue quemada al nacer, no todavía, eso está bien, así puede ser quemada más tarde como un barco en el que no se quiere regresar, no fue quemada porque quizá vayamos a necesitarla más tarde para que se convierta en la salvadora de la familia. ¡Y la precisábamos tanto! En efecto, teníamos necesidad de ella. Cuando necesitemos a un niño, no importa con qué fin, lo tendremos a mano. Es bueno haberlo creado en su hora. Sin el sacrificio del eslabón más débil, la única hija/nieta que tenemos ahí abajo (en contraste con la hija-objeto del Padre, la madre de los siete hijos, todos del propio papi, para que todo quede en familia y nada se pierda, este es el primer mandamiento aquí: no debes darte cuenta. Nada tiene que salir a la superficie, nada debe emerger, ¿para qué tenemos acero y cemento si no? Si ya en el caso de Natascha K. el tapón de cemento funcionó bien y pasó airoso las pruebas del tiempo, ¿por qué no usar cemento entonces? No hay que demonizar el buen cemento. El cemento no es frío, puede ser bastante cálido, es un material sólido y durable, los avisos destacan que no tiene por qué ser frío al tacto lo mismo que el ser humano, hecho de un material cálido que respira –cuando lo dejan– detrás de los tapones de cemento que lo aíslan, encierran y excluyen, según es voluntad y palabra del Padre, sólo eso cuenta aquí, sólo eso es válido, en el nombre del Padre, el Hijo también aparece en el nombre, lo mismo que el Espíritu Santo, pero en el nombre del Padre todo empieza y termina), la salvación nunca hubiera llegado. Dado que fueron rescatados todos los que querían ser rescatados, ahora los políticos temen que quede perjudicada la reputación de Austria, lo cual sería terrible. A esta altura ya no oímos el llanto que antes resonaba desde el sótano, porque naturalmente no podía oírse nada, no había grietas ni fisuras lo bastante anchas para permitir que los gritos escapasen en caso de haberse intentado. Solo había resquicios insignificantes para el aire. El Padre es un experto en resquicios, sobre todo en los del cuerpo humano y en especial los del cuerpo femenino, fue él a fin de cuentas quien los hizo. Él lo hizo todo porque podía hacerlo todo. Gracias a Dios. Pero no grites. De aquí no se escapa un solo grito, ni siquiera los gritos de pujo de una parturienta. Tal vez después de tantos hijos uno se acostumbra un poco a dar a luz. Sólo uno salió fallado y se lo desechó en la caldera. Bajo ninguna circunstancia podemos dañar nuestra reputación y cuando el daño está hecho, no hay quien se lo trague. Austria es muy celebrada por una buena cantidad de razones, festejada, apreciada y, creo yo, también codiciada. La conversación de sus mujeres animosas e inteligentes también es parte de ello, aunque no podamos oírla, pero también vamos a retomar eso; además de lo que afirma el Amo porque lo que importa es lo que el Amo le dice por teléfono al agente del servicio de acompañantes, lo que le dice a la call-girl de lujo cuyas memorias aparecieron cierta vez y al pasar en una revista y que luego se esfumaron. Es probable que se pagara un montón de dinero para que las memorias de esta prostituta de lujo nunca aparecieran. Nosotros no necesitamos que aparezca nada dado que tenemos una realidad que debe ser salvaguardada en el presente debido a lo irreal que parecía en fechas recientes, pero el punto importante es que de verdad funciona. También queremos conocer la opinión del Médico Jefe, el Juez y el Señor de aquí y el otro de más allá, queremos saber lo que dicen lejos de la opinión pública, en su ámbito privado y ante una mujer por elección y no de liquidación. Si no podemos oír lo que el Padre le dice al hijo, lo que el Padre hace con el hijo, quiero decir, lo que el Padre le dice a la hija (aunque Hablar no es necesario para cimentar el poder, ni siquiera sus señales, basta con un pequeño cuarto y de inmediato él controla todo lo que ese cuarto contiene), quiero decir, a la hija que es su esposa porque ella es una mujer, ¡ay, bueno!, también puede dirigirle la palabra al hijo que vive en el sótano, es cierto, y al otro también (pero ese tiene apenas cinco años y todavía le divierte andar en auto), cuando no podemos oír lo que el Padre les dice a sus siervos, entonces debemos oír las palabras del Padre, sólo estas tienen validez aquí, el espacio público aquí consiste en la palabra del Padre. No tenemos ninguna necesidad de ir hasta el sótano para reírnos, de hecho, no hay por qué bajar al sótano salvo para buscar los esquíes o las bicicletas, depende de la estación, no tenemos por qué bajar al sótano, podemos oír al Padre por medios divinos, lo oímos en todas partes, no está sujeto a ninguna restricción. Seremos interpelados por la palabra del Padre, el día que el Santo Padre venga con su sagrada palabra, las veinticuatro horas, además de la palabra del Domingo y demás palabras para cada día. A esa altura hay suficientes palabras que se han intercambiado, no dispensado, más palabras y sonidos no se podría dejar que pasen, estamos a tope en esta mazmorra, qué se creen, ¿cuántos más piensan meter acá adentro?, es que directamente debemos sumarlos, es incómodo el sótano pero al menos no eran tan altas las habitaciones, eso no habría funcionado, no es correcto que alguien salga de aquí, no son muy altas estas habitaciones, máximo un metro setenta, nadie sale de aquí, igual la mayoría no es gente alta y es muy probable que por la falta de aire y luz crezcan menos. Un efecto deseado. Nadie debería crecer más allá de sus limitaciones, todo debería quedar entre nosotros, no queremos dejar salir a nadie para que no puedan hablar de nosotros en el exterior. Queremos difundir la palabra de los Padres en los canales de la patria y propalarla más tarde otra vez hacia adentro tras haberla disfrutado en grande. Que en el extranjero nos escuchen, que escuchen nuestra Ópera y el Concierto de Año Nuevo, escuchen todo lo nuestro salvo los gritos. Por favor no les presten atención, después de todo nosotros tampoco atendemos y de eso sabemos algo. Los gritos ni siquiera llegan al vecino ni del sótano a la propia casa de arriba.
© 2009 by Elfriede Jelinek. El texto se traduce por primera vez al español en Otra Parte con autorización de la autora.
Traducción de Matilde Sánchez
Notas
1 Se refiere a la conmemoración de noviembre de 2008 por los noventa años de la República de Austria, cuya proclamación marcó el fin de la Gran Guerra.
2 Kinder. Machen Arbeit: “Hijos. Dan Trabajo”. Jelinek juega con la leyenda escrita en hierro sobre el portal de ingreso a Auschwitz: Arbeit macht frei, “el trabajo libera”.
Imágenes [en la edición impresa]. Ai Weiwei, Study of Perspective, Tianammen; Study of Perspective, The White House y Study of Perspective, Eiffel Tower (1995-2003), fotografías en color.
Elfriede Jelinek (Mürzzuschlag, Austria, 1946) es dramaturga, novelista y ensayista, Premio Nobel de Literatura en 2004. Entre sus obras traducidas al español figuran Deseo (1989), publicada en Barcelona por Destino, y Los excluidos (1992) y La pianista (1993), publicadas por Mondadori también en Barcelona.
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