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A alta velocidad y con estruendo, una bandada de autos pasa por la avenida Niceto Vega y Robert dice: “A la gente que va levantando polvo en un rugiente automóvil le muestro siempre mi rostro malo y duro, y no merecen otro mejor”. Con sombrero y traje de lino, un joven Robert Walser (excelente Esteban Feune de Colombi) pasea por Villa Crespo y Palermo, en Buenos Aires, acompañado por unos diez participantes. La ciudad deviene teatro y fragmentos del texto El paseo de Walser ritman el itinerario, en el que habrá estaciones –una librería, un cajero automático, una casa– que forman parte de la “puesta en escena”. Los participantes no sabemos con certeza si algo que sucede es componente de la ficción o irrupción del azar. Durante la caminata Robert señala un detalle arquitectónico que llama su atención, invita a mirar un corroído Peugeot 404 convertido en descapotable o a un joven que, ante una cortina metálica, lucha para abrir una cantidad absurda de candados.
Pasado un tiempo, Walser anuncia que siempre hay una actriz leyendo en un pequeño bar y allí está ella (Sophie Tirouflet), en un café de la calle Darwin, con una peluca que delata su pertenencia a la ficción. Ceremonioso, Robert inicia una conversación y expresa su entusiasmo al verla: “¿No habrá sido quizás actriz antaño?”. Halagada, la mujer sin embargo desmiente las suposiciones del paseante. La ciudad aparece como escenario de encuentros inesperados y también como reservorio de historias y ficciones, que anidan en los espacios y en los desconocidos que el protagonista va cruzando. Así, una cantante (Myriam Henne-Adda) ensaya en una terraza una bella aria y unos mecánicos que se suman a la función, privada y pública a un tiempo, piden un bis.
En pasajes del texto de Walser, el flâneur y narrador interpela al lector, como si este fuera un compañero de paseo; da la impresión de que la fuerza performativa de la narración contiene en potencia la experiencia teatral de Caellas y Feune de Colombi. Se puede leer en la nouvelle –de 1917– el choque entre el siglo XIX y el comienzo tumultuoso del XX en una ciudad suiza de provincia. Con un aire al Rilke de Los cuadernos de Malte Laurids Brigge (1910), la voz narradora esboza escenas, anécdotas, reflexiones sobre el espacio público, da cuenta de la experiencia urbana. Como apunta Andreas Huyssen sobre Rilke y las miniaturas modernistas, se trata de un “aprender a ver” la ciudad, pero en Walser hay menos trauma, más irritación y deleite. En la performance de Caellas se suma el siglo XXI a la colisión; lo decimonónico y lo moderno de Walser, asediados por el desquicio organizado de la metrópolis contemporánea.
La performance ya “paseó” por diferentes barrios porteños (San Telmo y Boedo) y ciudades (se hizo en Montevideo y se hará en Bogotá y Madrid). En cada nuevo lugar, el teatro de la experiencia urbana que propone El paseo de Robert Walser se recreará en otras condiciones, y se producirán otros sentidos en la búsqueda de hacer legibles los cada vez más complejos y saturados espacios metropolitanos.
El paseo de Robert Walser, adaptación de Esteban Feune de Colombi y Marc Caellas, dirección de Marc Caellas, Buenos Aires. Se presentará entre el 26 y el 29 de noviembre en Bogotá en el marco de La Otra, feria de arte contemporáneo, y en mayo de 2014 en Madrid.
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