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No hay una sola y única manera de hablar con los muertos. No digo —decimos— de la muerte ni de los muertos, sino con los muertos. Recientemente Vinciane Despret propuso un abordaje que implica un desplazamiento desde las teorías del duelo psicoanalíticas —donde es necesario que se produzca, finalmente, un alejamiento del objeto de la perdida— hacia una relación de comunidad e intercambio con los muertos, intercambio que tiene lugar a través de sueños, apariciones y médiums. Quizá pueda pensarse a Réquiem: la última cinta del Grupo Krapp, que se presentó en el Centro Cultural Kirchner en el marco de la Bienal de Performance, como parte de ese intercambio con los muertos, en particular con uno de los directores, Luis Biasotto, quien falleció este año como consecuencia del covid-19. Como señalan los integrantes del grupo, “no se trata de un homenaje para ese que murió, sino de una obra hecha junto a él. Una pieza improbable entre la vida y la muerte”.
Desarrollada en la sala Ballena Azul, la obra se presenta como una antología en la que se repasan distintos momentos del grupo fundado por Biasotto y Luciana Acuña en 1998. El archivo se despliega en imágenes, canciones y danzas que se proyectan sobre una gran pantalla dispuesta en el escenario, en la cual en varios momentos aparece la imagen de Biasotto, como si se tratara de un espectro. Es sobre su propio archivo donde Krapp articula la propuesta, interviniendo la obra original con nuevos pasajes musicales o a través de la danza llevada a cabo por los integrantes de roles extraescénicos. De esta manera, en la obra tienen lugar momentos más íntimos y reflexivos, como cuando Acuña relata los distintos encuentros que tuvo en sueños con Biasotto, pero lejos de cerrarse en una propuesta melancólica, en Réquiem el archivo también da lugar a —digámoslo así— la risa, como cuando realizan un repaso sobre las críticas que el grupo recibió a lo largo de su trayectoria.
Luis, ese cuerpo particular, hizo junto a todo Krapp de la particularidad y la singularidad un estilo. Un estilo que trabaja con la torpeza, el error y la improvisación, que no normativiza los cuerpos, que no iguala ni borra las diferencias. De ahí las críticas periodísticas que el grupo leyó en Réquiem en las que se comentaba que eso que hacían Luis y Krapp no es danza, en una mirada peyorativa que buscaba imponer una danza canónica y no veía que esa era una manera de ampliar los límites. Porque, claro, tampoco podemos definir claramente si es danza, teatro, danza-teatro, performance, etc. Todo aparece como interrogante y en un punto deja de importar. Interrogantes planteados desde el error que despierta humor y borra la solemnidad. Y esto en Réquiem es parte fundamental: Krapp no se solemniza ante la muerte y dialoga con aquel que murió en su propia lengua. Con aquellos que murieron. Porque, sentados en nuestras butacas, también hablamos con nuestros muertos.
Réquiem: la última cinta del Grupo Krapp, creación e interpretación de Gabriel Almendros, Fernando Tur, Edgardo Castro, Luis Biasotto, Luciana Acuña, Alejo Moguillansky, Mariana Tirantte, Matías Sendón y Gabriela Gobbi, dirección de Luciana Acuña, Bienal de Performance 2021, Centro Cultural Kirchner, Buenos Aires, 3-4 de diciembre de 2021.
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