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Desde el artesanal programa de mano que recibe cada uno de los espectadores cuando ingresa a la sala se advierte que Seré, el espectáculo concebido por Lautaro Delgado Tymruk y Sofía Brito, es un manual de supervivencia, un instructivo de fuga y probablemente un acto de posesión.
Sin embargo, Seré es todavía más. Es la posibilidad para el teatro de relanzar un proyecto de intervención sobre la realidad, entramado con la eficacia política que supo atribuirle una figura como la de Bertolt Brecht, tal vez el mayor reformador teatral del siglo XX. Plantada en ese linaje, la obra no ocultará el proceso de representación dentro de lo representado y, en consecuencia, se le confiará al público, desde el inicio, aquello que tendrá lugar ante su mirada.
Lautaro Delgado, en una composición conmovedora por la entrega y la precisión, asume el rol del actor que va a develar los matices de su desempeño inmediato. Durante el tiempo que dure la ceremonia de invocación que Seré despliega, en un gesto de cesión total, pondrá el propio cuerpo al servicio de traer a escena la declaración de uno de los cuatro sobrevivientes del centro clandestino de detención que da nombre a la obra.
La voz de Guillermo Fernández, al momento de testimoniar el calvario de su secuestro y fuga en el histórico Juicio a las Juntas, resuena ahora en la sala teatral como salida de un parlante amplificador de aquella que se escuchó en 1985.
A la manera de una sesión de ventriloquía, de la boca gesticuladora de Delgado surgirá la grabación sonora de la palabra de Fernández durante el proceso judicial, descollante por el empleo demoledor de la ironía y la templanza para narrar las atrocidades padecidas. Al mismo tiempo, se oirán las voces del juez, los fiscales, la querella y la defensa, que vienen a reponer la magnitud del suceso histórico haciendo del público un testigo privilegiado de la prueba del pasado que se actualiza incrementada en el presente de la sala del teatro. Seré es además un ritual de transustanciación. Casualidad o no, Guillermo Fernández también es actor. Esta información que surge del testimonio resignifica la entidad de la escena que pasa a oficiar de sede de la transmisión de un legado. En la evanescencia del hecho teatral, como por arte de magia, veremos al actor investirse de aquel otro, el que lo precedió, el militante, el que aparece ahora como un espectro vociferante cuyo texto se condensa en la resonancia del “nunca más” pronunciado en el cierre por el protagonista.
La obra concluye con un pedido que hoy se vuelve imperativo: “Hay que actuar”, implora el actor. La demanda, urgente, traspasa con creces las puertas del teatro.
Seré, dramaturgia y dirección de Lautaro Delgado Tymruk y Sofía Brito, Teatro del Pueblo, Buenos Aires.
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